domingo, 30 de noviembre de 2014

Ensayos libertarios y otros textos

Los dejo con este texto recientemente aparecido en el número 83 de la revista Soluciones Laborales, en la sección Doctrina laboral.



Pensión 65: ¿Inclusión social o fervor estatista? Una crítica desde las Ciencias Sociales

J. N. Gamarra Zapata-Corrales[1]

                     There ain't no such thing as a free lunch
                      Robert Heinlein


Introducción

   El Programa Nacional de Asistencia Solidaria, Pensión 65, fue creado el 19 de octubre de 2011, “con la finalidad de otorgar protección a los grupos sociales especialmente vulnerables, dentro de los cuales están comprendidos los adultos a partir de los 65 años de edad que carezcan de las condiciones básicas para su subsistencia”[2]. Este Programa se encuentra adscrito, desde el 1º de enero de 2012, al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, MIDIS.

   Según el Censo de Población y Vivienda 2007, efectuado por el INEI, la población de 65 años a más es de 1’ 764,687, lo cual la convierte en un grupo social significativo. De este total, el 25.24 % está conformado por población rural (445,528 habitantes). Esto nos lleva a preguntarnos lo siguiente: ¿Un programa asistencial que está dirigido al sector más vulnerable de esta población, puede ser eficaz y eficiente, teniendo en cuenta los agudos problemas o males sociales seculares que se encuentran arraigados en nuestra sociedad?

   El propósito del presente ensayo es bosquejar los límites y “externalidades” (positivas y negativas) de determinados programas sociales, cuya finalidad es el alivio temporal de la pobreza en nuestro país. Planteamos que los técnicos y especialistas sociales no pueden dejar de lado las condiciones históricas, políticas y culturales que configuran la sociedad peruana de comienzos del siglo XXI. De este modo –creemos–, es necesaria una crítica que recoja los aportes fundamentales de renombradas tradiciones de pensamiento social y político de muy larga data, pero con repercusiones actuales (y epígonos), cuyo referente no puede ser soslayado al momento de rastrear el surgimiento y desarrollo del llamado Estado de Bienestar.


De sociedades asimétricas y antagónicas

   La notoria diversidad cultural presente en algunas democracias liberales actuales, ha permitido el ascenso de una política de la diferencia en las últimas décadas. En países como Perú y Bolivia, donde existen varios grupos étnicos, cada uno con su propia tradición cultural, lengua y usos particulares (identidad propia), se ha considerado conveniente hablar de tratamiento diferencial, expresado en una discriminación a la inversa. Por consiguiente, la política de la dignidad igualitaria –inspirada en los ideales de la Ilustración y en las ideas de filósofos como Rousseau– y su epítome de los Derechos Humanos, se pueden complementar conscientemente con una política de la diferencia. De este modo: “Los Derechos Humanos no resuelven la cuestión de los derechos de las minorías. La universalidad de los derechos que no tome en cuenta las diferencias puede generar nuevas discriminaciones (…)” (López 2000: 138).

   Si a esta diversidad cultural, le agregamos problemas sociales seculares –cuyo trasfondo no analizaremos en profundidad–, podemos aseverar que una desigualdad a la inversa es requerida, sobre todo en sociedades asimétricas, como la nuestra, muy lejos de la situación que John Rawls llamó “velo de ignorancia”, como condición inicial para escoger los principios de la justicia social (Rawls 1997). De esta manera, la justicia como imparcialidad conlleva la idea de que “los principios de la justicia se acuerdan en una situación inicial que es justa” (Rawls 1997: 25).

   A pesar de que no estamos en contra de implementar un programa asistencial que otorga una subvención de 125 nuevos soles cada mes a un grupo social vulnerable, es imprescindible que se tomen en cuenta graves problemas como el patrimonialismo, el clientelismo, la corrupción, etc. enraizados en la “estructura básica de la sociedad” (Rawls dixit). El impacto de estos males en la vida cotidiana de la población es flagrante[3]. Los stakeholders involucrados pueden quedar relegados completamente por la red de corrupción y peculado.

La sociedad civil organizada y el asociacionismo

   El enfoque de desarrollo local parte de la realidad local concreta y promueve el potencial de desarrollo endógeno de la comunidad concreta. Este enfoque da prioridad al uso adecuado de los recursos locales para superar la pobreza (saberes tradicionales, know-how, experiencias previas, capital social, redes sociales, etc.). En un contexto de globalización, el desarrollo local requiere fomentar la innovación y la capacidad emprendedora de los individuos concretos. De esta manera, un clima emprendedor es favorecido y se pueden configurar ejes de desarrollo productivos (un ejemplo claro es el sorprendente polo productivo de Villa El Salvador que moviliza cientos de miles de dólares al mes; y no es el único caso de “parque industrial” en Lima).

   El enfoque de desarrollo local presupone un tejido social fuerte, bien constituido para enfrentar el desafío de salir de la pobreza. Por consiguiente, una sociedad civil activa y constituida es uno de los actores claves en este proceso que promueve un desarrollo humano sostenible. En el contexto actual, “simultáneamente con el Estado y con el mercado, la sociedad civil aparece como una fuerza potencialmente poderosa para promover un desarrollo socioeconómico equitativo, con énfasis en los sectores pobres. La modernización alentada por el nuevo orden internacional, que ha supuesto la liberalización económica y la generalización del régimen democrático, no logra encubrir la dimensión creciente de la pobreza y las dificultades de consolidación de regímenes pluralistas y democráticos” (Ballón 1996: 45).

   En países pobres una sociedad civil altamente organizada es un puntal imprescindible para enfrentar las crisis económicas agudas. Frente a estas crisis y a la inestabilidad política, la resistencia heroica de las comunidades y los pobladores organizados se manifiesta en un sinfín de organizaciones y grupos de hombres y mujeres, quienes aprenden a configurar en su práctica social concreta una relación social basada en la cooperación, el apoyo mutuo, la horizontalidad y la reciprocidad entre iguales. De esta manera, asociaciones de pobladores de AAHH, comedores populares, juntas de vecinos, clubes de madres autogestionarios, cooperativas y asociaciones de productores, entre otros grupos ya sea en la urbe como en el mundo rural, se convierten en espacios de lo público donde los individuos –siempre y cuando estos no se encuentren soliviantados por intereses mezquinos y subalternos– se interrelacionan horizontalmente aprendiendo una real democracia directa y participativa. Eduardo Ballón reconoce que: “En la mayoría de casos, de lo que se trata es de abrir espacios mayores y de hacer frente, desde la sociedad civil, tanto a la pobreza como a la exclusión. En ese sentido, se combinan elementos de libertad y solidaridad con elementos de igualdad” (Ballón 1996: 44).

   Al respecto, según la Encuesta sobre Donaciones y Trabajo Voluntario, hecha por la Asociación Calandria en 1998 en Lima, Arequipa, Trujillo y Cusco; podemos extraer que el trabajo voluntario se concentraba preferentemente en asociaciones de vecinos, comités de vaso de leche y comedores populares (el 85.4 % de los 1305 encuestados aquella vez aseveró estar de acuerdo con la noción de que: “Todos tenemos una responsabilidad moral de realizar trabajo voluntario en algún momento de nuestras vidas”)[4].

   No obstante, no podemos ser ingenuos. Pertenecer a una asociación civil no garantiza per se la internalización de valores altruistas o humanistas de solidaridad, horizontalidad, apoyo mutuo, etc. En el seno de estas organizaciones sociales “de base” pueden reproducirse conductas y valores reprobables como machismo, prejuicio étnico, oportunismo, etc. No se puede idealizar el participacionismo o asociacionismo. Nosotros consideramos que la participación y asociación voluntarias requieren que los individuos adquieran previamente un conjunto de virtudes cívicas o democráticas, es decir que estos individuos sean seres racionales “capaces de un sentido de justicia” (Rawls 1997: 25). Michael Walzer, en ese sentido, nos propone un “asociacionismo crítico”[5]. Al respecto, Aguilar y Riquelme no ignoran que:

 “estas organizaciones no están exentas de problemas, que van desde el divisionismo interno o de dirigencias paralelas, hasta estilos de liderazgo paternalistas e individualistas que no generan mecanismos de comunicación e información con sus bases, lo que redunda en desconfianza, deslegitimación y desmotivación a participar en las asambleas, y de apoyar y comprometerse en las gestiones que realizan (…)” (Aguilar y Riquelme 2006: 27/28).

   Por otra parte, la apatía constituye un factor importante en contra del asociacionismo, es decir cuando la mayoría de los pobladores permanecen al margen y no participan en la vida política de su comunidad o colectivo. ¿Cómo se puede alcanzar una real democracia participativa si la mayoría de ciudadanos permanece apática o desinteresada?


Asistencialismo y autosuficiencia

   Es necesario que el Estado emprenda medidas paliativas a favor de quienes han quedado excluidos del sistema de seguridad social, los cuales no cuentan con una pensión de jubilación que, de alguna manera, les ayude a enfrentar las contingencias y molestias presentadas durante la vejez. El rol subsidiario del Estado está reconocido en la Constitución Política vigente, en su artículo 10 º: “El Estado reconoce el derecho universal y progresivo de toda persona a la seguridad social, para su protección frente a las contingencias que precise la ley y para la elevación de su calidad de vida".

   No obstante, un Estado ineficaz, inoperante, paupérrimo o expoliado por el despilfarro sistemático cometido por gobiernos corruptos, no podrá cumplir adecuadamente con su rol subsidiario ineludible. De esta forma: “(…) poverty can trap societies in its grip. One way poverty binds is that when a society is poor, so is the state, and when state is poor it cannot extract resources and provide public services required for development. Another trap occurs when the initial stock of human capital is low relative to the physical capital stock; people tend to have more children, and high fertility sharply reduces the growth of per capita income” (Przeworski et ál 2000: 270).

   Ciertamente, se requiere una lucha frontal y decidida en contra de la corrupción política y otros males endémicos muy extendidos en nuestra sociedad (v. gr. el peculado, un delito generalizado, cometido por muchas autoridades públicas en distintos niveles). Solo como un inocuo ejercicio de prospectiva nos podemos plantear lo siguiente: ¿Cuántas escuelas, hospitales, infraestructura física necesaria, etc. se han dejado de construir debido al enorme despilfarro y saqueo de recursos públicos durante toda nuestra vida republicana? ¿Perú hubiese podido convertirse en un país altamente desarrollado y competitivo a nivel internacional?

   Son reveladores los resultados de la VIII Encuesta Nacional sobre percepciones de la corrupción en el Perú (2013).[6] La recolección de información se llevó a cabo en las principales ciudades de todas las regiones geográficas del país: Lima, Trujillo, Arequipa, Piura, Chiclayo, Huánuco, Huancayo, Puno, Loreto, entre otras urbes importantes. El 58 % del total de entrevistados (1202 personas) piensa que la corrupción de funcionarios y autoridades es el principal problema que enfrenta el Estado, lo cual es un impedimento para lograr el desarrollo del país. Las tres instituciones más corruptas para los entrevistados son: el Congreso de la República (55 %), la Policía Nacional (53 %) y el Poder Judicial (49 %). De esta manera, instituciones tutelares de la sociedad son percibidas como símbolos de la corrupción.

   Una crítica directa del asistencialismo y del rol social del Estado tiene basamento en un antiestatismo acendrado de añeja tradición. Un Estado mínimo, únicamente abocado a funciones de contención, es una cara aspiración para pensadores que desconfían de un Estado interventor porque neutraliza la libre iniciativa individual y restringe las capacidades de los individuos. De esta manera:

“la libertad que disfruta el ciudadano debe medirse no por el mecanismo gubernamental bajo el cual viva, sea o no representativo, sino por el número relativamente escaso de restricciones que se impongan a los individuos, y que este mecanismo haya sido creado con o sin el concurso del pueblo, funcionará despóticamente si aumenta dichas restricciones más allá de lo necesario para impedir las agresiones directas o indirectas de unos individuos hacia otros; por consiguiente, las limitaciones establecidas deberán ser negativamente coercitivas más bien que positivamente coercitvas” (Spencer 2002: 31).
                                                       
   El desmantelamiento del Estado de Bienestar en Inglaterra, Estados Unidos y otros países, desde fines de la década de 1970, conllevó la confianza desmedida en el libre mercado como principal mecanismo de distribución de bienes y servicios. El rol subsidiario e incluso planificador del Estado fue puesto en entredicho e impugnado como una ideología decimonónica y enemiga de la libertad. Muy lejos, por consiguiente, quedó la apuesta por la función del Estado como orientador, promotor y planificador. No obstante, una discusión teórica importante surgió en este contexto entre antiestatistas y convencidos del rol asistencial del Estado. Así:

“Una de las revoluciones del pensamiento conservador durante los años de Thatcher y Reagan fue la voluntad de empujar  a la izquierda a dar la batalla en el propio terreno de la ciudadanía social. Mientras que Marshall argumenta que los derechos sociales permitían a los desfavorecidos integrarse a la corriente principal de la sociedad y ejercer efectivamente sus derechos civiles y políticos, la Nueva Derecha sostiene que el Estado de bienestar ha promovido la pasividad entre los pobres (…). Lejos de aportar una solución, el Estado de bienestar ha perpetuado el problema al reducir a los ciudadanos al papel de clientes inactivos de la tutela burocrática (…)” (Kymlicka y Norman 1997: 5).

   Si tomamos en cuenta otros datos de la mencionada VIII Encuesta Nacional sobre percepciones de la corrupción en el Perú (2013), encontramos que en el imaginario social se da una estrecha relación entre males profundamente arraigados como la corrupción y el lastre burocrático que coarta la libertad individual. De esta forma, el 68 % de entrevistados percibe que la gran cantidad de trabas burocráticas genera más oportunidades para el pago de coimas. Casi el mismo porcentaje (67 %) piensa que si hubiese menos disposiciones controlistas habría menos coimas. Hay aquí una crítica implícita al excesivo intervencionismo estatal. En el mismo sentido, una recusación de carácter antiestatista y libertario impregna el clásico ensayo de Herbert Spencer, de 1884. Sin embargo, los destinatarios de la crítica no son los socialistas o reformadores sociales:

“¿Cómo el liberalismo, aumentando cada día su poder, se inclina a una legislación más coercitiva cada vez? ¿Cómo es que, ya directamente por medio de sus propias mayorías, ya indirectamente, prestando su concurso a las mayorías de sus adversarios, se arrogan los liberales cada vez en mayor escala el derecho de dirigir las acciones de los ciudadanos, restringiendo, por lo tanto, la esfera dentro de la cual son libres las acciones individuales? (…)” (Spencer 2002: 16).

   Ciertamente, se debe buscar un equilibrio entre la libertad individual y el reconocimiento pleno de los derechos sociales, incluyendo los derechos de tercera y cuarta generación. Una forma de fomentar la autosuficiencia y la responsabilidad es apostar por una cultura del ahorro y la prevención desde la niñez, cuando se empiezan a adquirir hábitos sociales fundamentales. Un pilar básico es la educación. Para Kymlicka y Norman, la responsabilidad de los individuos es perentoria:

   “Consideremos las múltiples maneras como las políticas públicas dependen de decisiones responsables a nivel de estilos de vida personales: el Estado será incapaz de proveer cuidados sanitarios adecuados si los ciudadanos no actúan responsablemente con respecto a su propia salud (siguiendo una dieta balanceada, haciendo ejercicio y controlando el consumo de alcohol y tabaco); el Estado puede tornarse incapaz de satisfacer las necesidades de los niños, los ancianos y discapacitados si los ciudadanos no aceptan su cuota de responsabilidad en cuanto a la atención de sus propios parientes; el Estado no podrá proteger el medio ambiente si los ciudadanos no aceptan reducir el consumo o practicar el reciclaje en sus propios hogares; la capacidad del gobierno para regular la economía puede debilitarse si los ciudadanos se endeudan demasiado o exigen aumentos salariales excesivos (…)” ( Kymlicka y Norman 1997: 9).
   
   Para superar las graves tensiones sociales y asimetría, es necesaria una política de la diferencia eficaz; sin embargo, junto con esta, es imprescindible además invocar estrategias y visiones holísticas de desarrollo, lejos de las visiones unilaterales, en sintonía con la perspectiva de lo que se ha llamado el desarrollo humano, del economista Amartya Sen, que apuesta “inequívocamente por un aumento de la capacidad de la gente para leer y escribir, o para estar bien alimentada y sana, aunque el rendimiento económico medido convencionalmente de la inversión en alfabetización, o en una mejora de la nutrición y de la atención a la salud fuera cero (…)” (Hidalgo s/f). 

   Un aspecto crucial en esta perspectiva de desarrollo es la relevancia que cobra el despliegue y desarrollo de las capacidades y las libertades individuales. De esta manera: “El desarrollo exige la eliminación de las principales fuentes de privación de libertad: la pobreza y la tiranía, la escasez de oportunidades económicas y las privaciones sociales sistemáticas, el abandono en que pueden encontrarse los servicios públicos y la intolerancia o el exceso de intervención de los Estados represivos (…)” (Sen 2000: 19/20).


A manera de conclusión

   Una política pública eficaz a favor de las personas de la tercera edad vulnerables requerirá que se tome en cuenta la peculiar estructura básica de nuestra sociedad (o sociedades). Ello conlleva la lucha tenaz en contra de distorsiones y problemas sociales concretos que nos agobian como país desde los albores de la vida republicana. Una política de la diferencia, a favor de este grupo social vulnerable, es coherente con la normativa internacional, así como el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Recordemos finalmente que la ONU declaró 1999 “Año internacional de las personas mayores”. El artículo 25, párrafo 1, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) es apremiante:
                                                                                                
“Todas las personas tienen derecho a un nivel adecuado para la salud y el bienestar propio y de su familia, incluyendo comida, ropa, hogar y atención médica y servicios sociales necesarios, y el derecho a la seguridad social en caso de desempleo, enfermedad, discapacidad, viudez, edad avanzada o cualquier otra carencia en circunstancias ajenas a su voluntad” (el resaltado es nuestro).



Bibliografía

AGUILAR Cardoso, Luis Enrique y RIQUELME, Isabel.
2006      La Participación Ciudadana en el Perú. Casos de Huaycán y Valle de Amauta,    en Ate. Lima: ASPEM.

BALLÓN, Eduardo.
1996  “ONGs, sociedad civil y desarrollo”. En: DESCO. Los Desafíos de la                          Cooperación. Lima: DESCO.

HIDALGO MUÑÓN, Alberto.
  s/f         “Teorías, historias y modelos de la idea de desarrollo: Una interpretación”. Extraído de: www.chaco.gov.ar/PDDC/doc/teo.doc. Fecha: 22/10/14.

KYMLICKA,Will y NORMAN, Wayne.
1997        “El retorno del ciudadano. Una revisión de la producción reciente en teoría de la ciudadanía”. En: Ágora. Nº 7.

LÓPEZ, Sinesio.
 2000       “Democracia y participación indígena: el caso peruano”. En: Fernando García (coordinador). Las sociedades interculturales: un desafío para el siglo XXI. FLACSO.

PRZEWORSKI et ál.
2000           Democracy and Development. Nueva York: Cambridge University Press.

RAWLS, John.
1997          Teoría de la justicia. México, D.F.: FCE.   

SEN, Amartya.
2000          Desarrollo y libertad. Barcelona: Planeta.

SPENCER, Herbert.
2002          El individuo contra el Estado. Barcelona: Folio.





[1] Bachiller en Sociología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Posgrado en Responsabilidad Social Empresarial en la Pontificia Universidad Católica. Colaborador de revistas de Ciencias Sociales y humanidades locales y del exterior. Socio de Amnistía Internacional.
[2]Véase:  http://www.pension65.gob.pe/quienes-somos/que-es-pension-65/
[3] Una noticia aparecida en el periódico El Comercio, el 24/08/14, da cuenta de un juez de paz que fue separado de su cargo por la Odecma, por haber realizado cobros a pobladores de Somate Bajo, Sullana (Piura), para ser beneficiarios del programa Pensión 65. Véase: http://elcomercio.pe/peru/piura/juez-paz-cobraba-pobladores-que-accedan-pension-65-noticia-1752076
[4] Véase: MILLÁN, Armando. “¿Somos solidarios los peruanos?”. En: Revista Punto de Equilibrio. Nº 55, julio-agosto 1998, pp. 43-45.
[5] Véase: KYMLICKA, Will y NORMAN, Wayne. “El retorno del ciudadano. Una revisión de la producción reciente en teoría de la ciudadanía”. En: Ágora. Nº 7, 1997.

[6]Véase: http://www.proetica.org.pe/viii-encuesta-nacional-sobre-percepciones-de-la-corrupcion-en-el-peru-2013/





ENTREVISTA A JAIME LLOSA L.: "HAY QUE RESCATAR EL SENTIDO CONTESTATARIO DEL COOPERATIVISMO EN CONTRA DEL SISTEMA CAPITALISTA”




Jaime Llosa Larrabure es ingeniero agrónomo, estudió en la Universidad Nacional Agraria (Lima) y sociología de la cooperación en Francia. Fue miembro del Instituto de Estudios e Investigación de Cooperativas y Comunidades (INDEICOC), de inspiración libertaria, el cual tenía entre sus postulados: “La autogestión o gestión democrática de los medios de producción, donde el trabajador adquiere una doble condición: productor y gestionario de la empresa. Deja de ser un asalariado y se convierte en productor libre y asociado”. Participó, junto con Gerardo Cárdenas, Jorge Choster, Víctor Gutiérrez y otros miembros del INDEICOC, en la constitución de las Cooperativas Agrarias de Producción (CAP) y las Sociedades Agrícolas de Interés Social (SAIS), a partir de 1969. Ha sido colaborador de periódicos anarquistas de Lima. Es investigador de temas de cambio climático global. Ha publicado recientemente el libro, producto de sus investigaciones, “Cambio climático en el Perú”.


Humanidad: No se conoce mucho de la participación de libertarios durante el régimen de Velasco, pero nosotros sabemos que usted, Gerardo Cárdenas, Gutiérrez y otros participaron activamente. ¿Puede contarnos un poco sobre esta participación?


R: Había un nivel de reflexión y de análisis en un instituto libertario; yo no me acuerdo exactamente el nombre que tenía. Teníamos un local que compartíamos, que era de los maestros jubilados, en la calle Chota y ahí nos reuníamos cada semana y teníamos grupos de estudio, círculos de estudios; dábamos charlas. Cuando salió la ley de Comunidades laborales, dábamos charlas a las comunidades laborales, cómo organizarse, cómo gestionar las empresas, así como círculos de estudios y reflexión sobre los temas del pensamiento libertario. Entonces, efectivamente, eso era un tipo de trabajo: de reflexión, análisis, de enriquecimiento y otro era a nivel de las personas que trabajábamos en la época de Velasco. Entonces, se daba en las charlas que dábamos, porque también se daban las charlas en universidades, en varios lados. Lo más marcado es cuando se diseña, y ahí participaron Jorge Choster también, que después murió, y aun otros compañeros más… Yo no me acuerdo el nombre de todos, pero el gobierno necesitaba sacar la legislación cooperativa condicente con la Reforma Agraria, o sea cómo se iba a entregar la tierra. Entonces, se habló de cooperativas agrarias, se habló de SAIS, se habló de cooperativa de integración parcelaria y también de cooperativas de servicios. Entonces, los que teníamos más formación en este tema fuimos llamados. Yo estaba enseñando en La Molina y me pidieron que colaborara con el gobierno. Dije: bueno, mi vocación socialista indica que los militares generalmente son el parachoque de defensa de la clase dominante; entonces ¿cómo voy a saber si esto va a ser una revolución? Puede ser un cuartelazo más. Eso me mantuvo reticente. Yo hubiera estado encantado de ayudar en el tema de las cooperativas, pero fue recién por un contrato entre La Molina y el Instituto de Desarrollo Cooperativo que yo voy prestado por La Molina. Fue entonces cuando empecé a trabajar en este proceso y ayudé a diseñar los decretos, por ejemplo el decreto de cooperativas agrarias, Decreto 240; cooperativas agrarias SAIS, cooperativas de servicios, de integración parcelaria. Desde el principio, me dediqué al diseño de estos sistemas. Yo había estudiado en Francia economía y sociología de la cooperación. Entonces, dentro de las formas de cooperación hay desde las formas más simples hasta la comuna china o la autogestión yugoslava: todo eso se estudiaba en Francia…


Por ejemplo, si usted lee la definición de una cooperativa agraria de producción, ¿qué dice? Dice que la propiedad de los medios de producción corresponde al conjunto de trabajadores sin que a ninguno de ellos le corresponda ningún derecho de propiedad; o sea llegamos a la negación de la propiedad. ¿Qué habíamos analizado? Uno analiza la propiedad y ¿qué analizas? Los atributos que tiene la propiedad. Uno de sus atributos es el uso. Nosotros dijimos: los campesinos van a tener el derecho de usar la tierra y los bienes agrarios, la industria azucarera, lo que sea. El segundo atributo es el usufructo: apropiarse de la riqueza que ellos mismos generan. El tercer atributo es la disponibilidad: los campesinos no pueden disponer, no pueden vender, no pueden enajenar, no pueden alquilar. Les impedimos la libre disponibilidad, así como el derecho a herencia, a lo que los abogados llaman derecho persecutorio. No pueden tener herencia, pero, si el padre muere, la cooperativa crea un fondo de solidaridad para mantener a la viuda y a los huérfanos que se encarga de darles la vivienda y los servicios de salud, todo aquello. Es así como nosotros reenfocamos la noción de propiedad social y, por lo tanto, realizamos un avance, porque cambiamos la lógica de la propiedad; le quitamos algunos atributos como la disponibilidad (…)


El pensamiento libertario plantea que el capital y el trabajo estuvieron unidos en los albores de la historia, pero se separaron; a partir de ahí comenzó la pugna y la lucha entre capital y trabajo. La única manera de eliminar esta contradicción insalvable, es juntarlos de nuevo: que capital y trabajo estén en las mismas manos. Esta es la noción de autogestión. Sin embargo, no basta quedarse ahí, ya que existe un problema: hay empresas –las automatizadas– que tienen muy pocos trabajadores, porque tienen una alta densidad de capital, composición orgánica de capital, y poca mano de obra. Entonces, es necesario definir qué porcentaje real le corresponde al trabajo, sea creativo o sea manual, debido a que no es posible que el trabajado se apropie de todo…


Humanidad: En la Universidad Agraria, en una actividad de la Federación de estudiantes, le escuché decir que ser libertario es ir contra la corriente, pues vivimos en una sociedad profundamente autoritaria. Para González Prada y otros, la tarea de los libertarios es justamente impugnar y recusar esta sociedad autoritaria ¿Qué piensa usted?


R: El Perú tiene una matriz autoritaria, porque el imperio incaico era teocrático y vertical. El Inca era hijo de dios, del Sol…Era un diferencial que funcionaba igual que la monarquía, imposible de alcanzar. Entonces, nuestra matriz es autoritaria…La democracia sólo podrá existir cuando sea democracia económica y el ser social es un ser que debe involucrar a lo económico, lo político, todo junto: integrar al hombre en todas sus dimensiones. La noción del hombre pluridimensional. Mientras exista la propiedad privada de los medios de producción y las grandes corporaciones manejen el mundo, esta matriz autoritaria se mantiene. Marx decía el poder económico sirve de sustento al poder político: hay una relación dialéctica entre poder económico y poder político. Las grandes empresas concentran no sólo la renta, es decir el ingreso, sino también la capacidad de decidir. Una multinacional o una transnacional tiene la capacidad de doblegar estados. Nosotros tenemos que romper los centros de decisión y de concentración del poder; en otras palabras, democratizar el poder es democratizar el fundamento de la sociedad que son las empresas de bienes y servicios. En Yugoslavia, por ejemplo, una empresa era manejada en forma de autogestión, pero un servicio médico de una comunidad o de un municipio lo manejaban las enfermeras, los médicos, el portero, es decir todos los que manejaban el hospital. Sin embargo, la mayoría la tenía la comunidad, ya que era un servicio para la comunidad y ella era la que tenía que saber si el servicio era bueno o malo. Si mi mujer iba al hospital y le dejaban una gasa a la hora de operarla, yo me enteraba. Por eso, los servicios tienen que guardar un equilibrio. Yo he estado en Argentina, invitado por el sindicato de Luz y Fuerza, que trabajaba como fórmula de autogestión, y la mayoría la los obreros que generaban el servicio; eran obreros privilegiados, ganaban mucho dinero. Incluso tenían clubs; me invitaron a hacer parrillas ahí. Ellos tenían el poder de subir la tarifa eléctrica. Yo les decía: no, ustedes no pueden tener mayoría, son los usuarios del servicio los que deben tenerla, porque el fin de generar energía es dar un servicio. Entonces, los usuarios del servicio deben tener la mayoría de la empresa; ahí ya no les gustó mi discurso (…)


Cuando se hace la revolución de Octubre, ¿cuál era la voz de orden? Todo el poder a los soviets y los soviets eran células de autogestión; y de la autogestión obrera pasaron al control obrero y del control obrero al control del partido y se acabó la posibilidad de socialismo y se llegó a un capitalismo de estado (…)


Humanidad: Los rojos lo que hicieron fue apropiarse de ese concepto que era libertario, de soviets y lo utilizaron…


R: Claro, lo utilizaron, pero lo utilizaron sin convicción porque era la mentalidad autoritaria. Por eso es que nosotros, los anarquistas nos definimos como socialistas libertarios para diferenciarnos de los socialistas autoritarios, que no le hacen fe al pueblo. Lo que ocurre en el mundo es que la vanguardia lúcida, iluminada y profética del proletariado es el partido y el partido toma el poder y nunca ha habido en la historia el caso en el que se transfiera el poder al pueblo. De esta manera, se crea una costra viva, que genera una ideología para justificar quedarse, debido a que ya no son dueños de los medios de producción, pero sí son dueños diferencialmente del excedente económico. Un obrero ganaba uno y un jerarca del Partido Comunista de Rusia ganaba 40. Así no se hace el socialismo pues…




Entrevista hecha por Márlet Ríos, aparecida en el Nº 8 del periódico Humanidad (mayo 2009)

Libertario Jaime Llosa






domingo, 16 de noviembre de 2014

Solidaridad de clase en contra de la patronal



COMUNICADO CONJUNTO


"Los sindicatos abajo suscritos, hemos organizado un Foro a fin de denunciar los ataques a nuestros derechos laborales por parte de las empresas quienes utilizando el pretexto del 'enfriamiento económico' intentan cercenar nuestro derecho a Huelga, a la salud y seguridad en el trabajo, a las mejoras en las condiciones laborales, ninguneando nuestros pliegos de reclamos y despidiendo dirigentes sindicales.

(...)


Esta actitud se encuentra respaldada por un gobierno que no hace más que aplicar paquetazos para que supuestamente "reactive la economía" con generosas bondades y beneficios a las grandes empresas y multinacionales.

(...)

Todos estos años de crecimiento y bonanza económica han beneficiado únicamente al sector empresarial, y por el contrario, los trabajadores hemos tenido que lidiar con leyes y regímenes especiales (infinidad de contratos modales, tercerización, despidos arbitrarios, etc.) heredados de la dictadura fujimorista, que facilitó llenar sus arcas a costa de nuestro pellejo (...)".



Deberíamos siempre recordar el lema de la I Internacional (AIT): “La emancipación final de los trabajadores tiene que ser obra de ellos mismos”



domingo, 12 de octubre de 2014

Presentaciones de libros y eventos







Dos presentaciones del libro del autor Pablo Malek que estudia por primera vez la producción de cine documental sobre el conflicto armado interno en el Perú. Publicado por el grupo editorial Gato Viejo en junio de 2016.


Cada presentación contará con la participación de distintos investigadores, una proyección documental y un conversatorio con el autor.

Lunes 27 de junio a las 7 p.m. en la sede del Gremio de Escritores del Perú -Jirón Lampa, 208 (Centro de Lima)


Con las intervenciones de Mauricio Godoy (Realizador y Docente PUCP) y de Iris Jave (Grupo Interdisciplinario Memoria y Democracia de la PUCP).
Proyección del documental Entre Memorias de Martha Cecilia Dietrich (2015)

Martes 28 de junio a las 4 p.m. en el auditorio del primer piso de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional San Marcos


Con las intervenciones de Karen Bernedo (Antropóloga Visual y Coordinadora del Museo Virtual de Arte y Memoria), de Iván Andrés Ramírez Zapata (egresado de antropología UNSM y miembro del grupo Trabajos y Estudios en Memoria Histórica) y de Stefano Corzo (estudiante de Sociología de la UNSM).
-Proyección del documental Totos, memoria de un pueblo olvidado de Luis Cintora (2015)



Dibujo de Jesús Cossio



El clan Fujimori y la “amnesia” de los electores peruanos

   
   La derecha y los empresarios peruanos siguen en deuda con el régimen corrupto y liberticida de Alberto Fujimori (1990-2000). Leyes como el nefasto Decreto Legislativo N° 728, denominado presuntuosamente “ley de productividad y competitividad laboral”, de 1997, se mantienen como una espada de Damocles sobre los trabajadores peruanos. Esta ley se dio con el objeto de flexibilizar el mercado de trabajo y abaratar los costos para los empresarios. Grupos económicos nativos como los Brescia, Romero, Graña y Montero, Wong, Flores-Conisllia, etc. pueden seguir maximizando sus utilidades con fruición y aumentando su poder real, a costa de la explotación de miles de asalariados con contrato temporal y salarios irrisorios[1], en tiempos de trabajo precario y estabilidad laboral convertida en el mito incaico del regreso al supuesto pasado de paz esplendorosa.



   En el imaginario de una gran parte del electorado peruano, Alberto Fujimori es el patriota hercúleo que derrotó el terrorismo y la hiperinflación, así como liquidó una desprestigiada y anquilosada manera de hacer política, disolviendo el Congreso –en un golpe de Estado que se llevó a cabo con el valioso concurso de los militares– el 5 de abril de 1992. Hoy en día, Fujimori está en prisión, condenado a 25 años por el asesinato de 9 estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta, así como por la matanza de 16 vecinos (incluyendo un niño) de los Barrios Altos. Fujimori, además, está sentenciado por corrupción y peculado, es decir por haber usado fondos del erario público, junto con otros políticos y militares de su entorno, hoy también presos, para enriquecerse como un maharajá. “Es curioso cómo la podredumbre / se adelanta a veces al cadáver”, dicen unos versos del poeta Washington Delgado y nosotros nos imaginamos un virtual y bizarro escenario de una segunda vuelta electoral entre Keiko Fujimori y Toledo. ¿Por qué este aparente olvido y condescendencia de los electores peruanos con la hija del máximo representante de un régimen extremadamente corrupto y sistemáticamente violador de los derechos humanos? ¿Estamos los libertarios de esta parte de América suficientemente inmunes, por nuestro abstencionismo y apoliticismo acendrados, ante tanta muestra de aquiescencia y doblez?

La matriz autoritaria en la sociedad peruana
   
   Desde las ciencias sociales se ha analizado el grave fenómeno de las pandillas y su proliferación en el Perú actual. Es sintomático que la escuela y los centros de enseñanza oficial sean percibidos por los pandilleros como instituciones verticales y autoritarias, las cuales reproducen relaciones tradicionales de poder. “Para la mayoría de estos jóvenes, se forma una imagen de la escuela como la verticalidad impuesta, en sus distintas autoridades jerárquicas…”[2]. Por otra parte, la masculinidad como factor central de la construcción de la identidad social de los pandilleros, está configurada por la violencia (simbólica y real). Así, “ser hombre se identifica con ser violento y tener una virilidad muy alta. La hombría aparece como destructora, tiene que ser realizada públicamente por medio de la violencia y el control femenino”[3]. Todo ello en un contexto de anomia social y aguda crisis económica (trabajo precario, recesión, alza escandalosa de los productos de primera necesidad, etc.). Es decir, que el Perú actual no es el “país de las maravillas”, de paz y prosperidad, que los actuales gobernantes y corifeos proclaman a los cuatro vientos.



   A un fenómeno inusitado de violencia política (1980-2000), le ha sucedido otro de violencia urbana creciente, sin control. Por doquier, reinan los caudillos o jefes del hampa y de las “barras bravas”, vinculadas a los clubes de fútbol. Asimismo, los caudillos carismáticos autoritarios de la política peruana (de “izquierda democrática” o derecha) son una especie variopinta –que viene de la sociedad tradicional, jerárquica y cerrada- muy lejos de la extinción. Se reproducen en un medio social muy favorable. No es fortuito que la hija de Fujimori ocupe un segundo lugar en las encuestas de opinión. Alan García, el autoritario y prepotente pastor de la Secta de la Estrella, sueña con postular y reelegirse en el 2016. ¿A cuántos más deberá patear y abofetear para que los ciudadanos-robots se convenzan de su verdadero talante de reyezuelo tercermundista? ¿Cuál es la tarea de nosotros, los libertarios? Pues la de siempre, como en los lejanos tiempos del compañero Manuel González Prada, quien escribió hacia 1905 en El deber anárquico: “Dada la inclinación general de los hombres al abuso de poder, todo gobierno es malo y toda autoridad quiere decir tiranía, como toda ley se traduce por la sanción de los abusos inveterados. Al combatir formas de gobierno, autoridades y leyes, al erigirse en disolvente de la fuerza política el libertario allana el camino de la revolución”.

 Márlet Ríos



[1] El salario mínimo legal en Perú es 750 nuevos soles al mes, uno de los más bajos de América Latina, según la OIT. Asimismo, más del 60 % de la Población Económicamente Activa (unos 8.6 millones de trabajadores, de un total de 14.4 millones) está subempleada, o sea, trabaja menos de 35 horas a la semana y no conoce de beneficios sociales.
[2] MEJÍA NAVARRETE, Julio. “Espacios sociales y violencia pandillera en Lima”, en: Modernidad y pobreza urbana en Lima. Lima: Universidad Ricardo Palma, 1999, p. 83.
[3] Ibídem, p. 106.



Más allá del corto plazo:
Notas para una alternativa de desarrollo en el Perú


   ¿Es posible que la extracción, la explotación y depredación de recursos naturales sea la base de desarrollo en el largo plazo para el Perú? Si imagináramos que todos los recursos no renovables en el Perú, me refiero a los minerales, petróleo, gas, etc. se acabaran mañana, ¿dónde emplearíamos a los miles de peruanos y peruanas vinculadas a estas actividades? A uno puede acusársele de pesimista por siquiera creer que estos recursos podrían acabarse en los próximos años viendo que existen otros tantos yacimientos en todo el Perú, pero ante demasiado pensamiento y acción cortoplacista creo que intentar reflexionar desde una mirada más de país resulta necesario.
   
   Qué duda cabe de que en los últimos años el Perú ha ido crecido económicamente, los datos públicos y privados confirman esa realidad, pero también se confirma una realidad aún más importante: cada vez hay más desigualdad social en el Perú.

   Los intereses de acumulación de las empresas indudablemente llevan a ver el corto plazo o por lo menos el tiempo que dure su explotación luego del cual en general sálvese el que pueda.

   Partamos de que estamos metidos en un modelo de desarrollo primarista que es bendecido, alentado y defendido por pequeños sectores intelectuales, empresariales y del mismo gobierno del Perú y es entendible que lo defiendan, dados los múltiples intereses económicos (y su extracción social) en el cual se hallan involucrados de forma directa o indirecta, sin embargo, creo que algo de sensatez también debiese llevarnos a dejar de ver solo nuestros intereses y ver los intereses de país. Unos pueden decir “pero tenemos muchísimos más yacimientos mineros de oro, cobre, plata etc. inexplorados e inexplotados en el Perú”; la oposición está en los “antidesarrollo”, “comunistas”, “senderistas”, etc. etc., discurso con el cual (como se deduce) se deslegitima cualquier acción de protesta u oposición individual y/o colectiva, en la costa, selva o en la sierra del Perú. Sin  embargo, creo que este tipo de posturas no ayudan en nada a construir las bases centrales del desarrollo en el Perú. Pero algunos ya no piensan ni propugnan (y menos imaginan) caminar hacia otras opciones de desarrollo de forma deliberada, la opción industrial simplemente ello está fuera de órbita porque obedecería a posiciones retrógradas, trasnochadas del desarrollismo cepaliano o progresistas de los 60, 70 que nos quieren llevar al atraso y ello ya queda desfasado en las actuales circunstancias. Claro, ante la opción de construcción de opciones, la única respuesta es aferrarse a esta opción primarista.

   Entonces, ¿qué podemos hacer ante ello? Tendremos que contentarnos con seguir la línea y nadar en ella, y apoyar los proyectos mineros sin ninguna consideración alguna, o hay que pensar en otra opción viendo las condiciones concretas en que nos encontramos y viendo también los intereses dominantes que se mueven en todos los ámbitos.
   
   Creo que la situación actual de vacas gordas en la economía peruana a veces ayuda a persistir en la ceguera. Estamos formando más gente, se está invirtiendo más en educación y salud, sin embargo, ¿cuál va a ser esa estructura que recepcione y dé empleo en condiciones de sostenibilidad como país?  ¿A dónde irán los miles de jóvenes que día a día salen de los institutos, universidades en todo el Perú? ¿a engrosar la fila de desempleados?, ¿de cachueleros?, ¿a estar en un trabajo temporal? El Estado ha promovido y ha creado mucho trabajo en los últimos años, pero más allá de discutir si fueron dignos o no, el asunto central es que fueron temporales. ¿El Estado podrá seguir gastando a un ritmo que permita mantener, mal que bien, a los miles de profesionales y otros, enganchados a la inversión pública?, ¿qué pasará cuando la inversión disminuya de tal forma que miles queden fuera del sistema de inversión y tengan o que precarizar sus ingresos?  ¿El Estado podrá mantener este ritmo? ¿Podrá el Estado mantener sus ingresos de tal forma que le permita gastar en la misma intensidad hasta ahora? Lo que la realidad me dice es que en algún momento se ha de producir la desaceleración de la inversión pública y allí es donde volveremos a un Estado preocupante para miles de personas. ¿O es que las empresas podrán incorporar a toda esta masa de trabajadores tan diferentes? Indudablemente, ello va a variar según las realidades. Un escenario como Áncash, Cajamarca, Moquegua, etc., solo si se mantienen las condiciones favorables, podrá mantener tal vez alguna situación favorable. Pero, ¿qué pasaría si los precios de los minerales caerían? Esto indudablemente impactaría de manera significativa.
   
   Es por ello que es válido construir un escenario de desarrollo con base en o fuera del modelo de desarrollo primarizado, porque, como ya se dijo, no asegura el desarrollo y empleo del Perú. Entonces una opción es afirmar y fortalecer aquellas actividades fundamentales para el bienestar, la agricultura, la pequeña empresa y el turismo.  

   A veces no ayudan los contextos emocionales a la claridad racional del análisis del largo plazo: al final se trata de tomar decisiones de forma colectiva.

José Antonio Lapa Romero









Los capitalistas

Son los feroces capitalistas
que un dólar llevan por corazón
Despiadados en sus conquistas
son los feroces capitalistas,
siempre teniendo quijadas listas
para pegarnos el mordiscón,
van los feroces capitalistas
que un dólar llevan en el corazón.

Son los hipócritas, son los felinos
que hacen a bombo la caridad
Muy obsequiosos y muy ladinos
son los hipócritas, son los felinos.
Si no se lanzan a los caminos,
es porque operan en la ciudad
esos hipócritas, esos felinos
que hacen a bombo la caridad.

Garras de tigre, dientes de lobo,
se dan por los labios que arrojan miel
¡Cuánto celebran lo honesto y probo,
garras de tigre, dientes de lobo!
No ven delito mayor que el robo
de los que viven gozando de él
garras de tigre, dientes de lobo,
se dan por labios que arrojan miel.

Son los verdugos del proletario
los que le exprime sangre y sudor.
Siempre celosos del monetario
Son los verdugos del proletario.
Lucen por fuera lo humanitario,
mas dentro guardan odio y rencor.
Esos verdugos del proletario,
los que le exprimen sangre y sudor.

Dueños de casas, dueños de tierras,
dueños se harían de aire y de Sol.
Son, de los mares hasta las sierras,
dueños de casas, dueños de tierras.
Siembran rencores, atizan guerras
y a un hombre matan por una col.
Dueños de casas, dueños de tierras,
dueños se harían de aire y de Sol.


Son unos pocos, más atrevidos,
al mundo entero dictan la ley.
Esos tiranos, nunca vencidos,
son unos pocos, más atrevidos.
Van acatados, van aplaudidos,
viendo a sus plantas obispo y rey,
pues, aunque pocos, son atrevidos
y al mundo entero dictan la ley.

¡Fuera esos duros capitalistas
que un dólar llevan por corazón!
¡Surjan las almas nobles y altruistas!
¡Fuera esos duros capitalistas!
¡Campo a las justas grandes conquistas!
¡Campo a la santa revolución!
Contra esos duros capitalistas
que un dólar llevan por corazón.

Abril de 1907.


Manuel González Prada