sábado, 8 de julio de 2017

Rememorando la República Aristocrática


El Tribunal Constitucional peruano  y su debida diligencia
J. Gamarra 

I was born on the prairie and the milk of its wheat, the red of its clover, the eyes of its women, gave me a song and a slogan.
             Carl Sandburg

Intro

   No sorprende que la ley y el ordenamiento jurídico estén de parte de los poderosos en esta parte del mundo como en la época de la República Aristocrática (1895-1919). Los magistrados peruanos del Tribunal Constitucional (TC) defienden el statu quo y el rule of law. Obviamente, este sacrosanto orden está de espaldas a las comunidades e individuos auténticos, subordinados a los mandatos de los grupos de poder económico. Una asimetría impresionante de poder es desplegada mientras el Estado se convierte en un simple promotor y administrador de los negocios de la empresa privada.

Shareholders vs. stakeholders

   Manuel Miranda Canales, Marianella Ledesma Narváez, Oscar Urviola Hani, Ernesto Blume Fortini, Carlos Ramos Núñez, José Luis Sardón de Taboada y Eloy Espinosa-Saldaña Barrera se han convertido de facto en accionistas de la empresa Yanacocha. Deberían agradecer al cielo pues se trata de una empresa altamente rentable.

   El TC ha declarado fundada la demanda de amparo interpuesta por la Minera Yanacocha contra la Municipalidad Provincial de San Pablo (Cajamarca) (STC Exp.N° 03932-2015-PA/TC (05/06/2017)). Yanacocha alegó amenaza cierta e inminente de una serie de derechos, ante las concesiones dadas a su favor.

   A través de la demanda, la minera solicitó la inaplicación de la Ordenanza Municipal 005-2007 -MPSP, la cual creaba Áreas de Conservación Ambiental en las zonas llamadas Las Lagunas y Pozo Seco, predios-concesión a favor de Yanacocha. Al respecto, la emplazada contesta, expresando que tales zonas son cabeceras de cuenca que abastecen de agua a la provincia y todos los afluentes del río Jequetepeque. Además, albergan un ecosistema paisajístico, por lo que su zonificación es de protección y conservación ecológica, conforme al Reglamento de Zonificación Económica y Ecológica aprobado mediante Decreto Supremo 087-2004-PCM.

   El TC advierte que la facultad de las municipalidades para crear áreas naturales protegidas no está reconocida ni en la Constitución, ni en ninguna ley; señalando que esta labor corresponde únicamente al Poder Ejecutivo, mediante decreto supremo o resolución ministerial. Para los inefables magistrados, es inadmisible que, a través de un decreto supremo, el Poder Ejecutivo asigne a los gobiernos locales competencias que no están reconocidas a su favor, resultando contrario al principio de reserva de ley previsto. En virtud de ello, el Colegiado declara que sí existe una afectación a los derechos alegados por el actor, pues se restringió el uso de las tierras concesionadas a favor de la minera, sin base constitucional ni legal que lo autorice.

   Pero este despliegue de leguleyada y formalismo jurídico es completamente reaccionario. En otras palabras, los magistrados y shareholders de Yanacocha van en contra de la tendencia histórica. El 22 de junio de 2017, se publicó en El Peruano la Ley 30588, Ley de reforma constitucional que reconoce el derecho de acceso al agua potable como derecho constitucional. No queremos caer en un razonamiento circular, sin embargo el Derecho Internacional de los Derechos Humanos hoy es una realidad y la normativa internacional que protege a las comunidades y a los individuos de las tropelías empresariales puede ser esgrimida por estos. Los mandamases empresariales no pueden ignorar esta situación ni soslayar instrumentos valiosos como el Convenio 169 de la OIT, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007), así como el Informe del Representante Especial del Secretario General de la ONU (2008), que señala que la debida diligencia es "aquel conjunto  de medidas que debe tomar una empresa para tener conocimiento, prevenir y responder a los efectos negativos que su actuación produce sobre los derechos humanos”[1]. Claramente, esto se refiere a las externalidades negativas de mercado.

   En un muy interesante artículo sobre diseño de los contratos de asociaciones público privadas, José Cárcamo Cárcamo nos indica que una empresa transnacional que asume el rol de concesionaria debe contar con el know-how, expertise y tecnología adecuados que le permitan mitigar los riesgos intrínsecos del proyecto con relación a la cadena de valor. De esta forma, si nos referimos a las empresas concesionarias: “Dado que tienen la libertad de diseñar, elegir y optimizar el uso de recursos, y maximizar la generación de ingresos también se les traslada la responsabilidad de mitigar los riesgos del proyecto en lo que compete a su expertise y capacidad (riesgos de mercado, financieros, de construcción, de operación, medioambientales), así como de contratar seguros y otros mecanismos para otros riesgos como fuerza mayor, riesgo político, etc.”[2]. Ciertamente, esto pasa por tener en cuenta a todos los stakeholders involucrados, incluso y sobre todo a los ciudadanos de las poblaciones comprendidas en el proyecto final.

Para qué Responsabilidad Social Empresarial

   Sería deseable saber qué piensa la empresa Yanacocha, junto con uno de sus principales accionistas, Compañía de Minas Buenaventura S.A.A., del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, de 1999[3], cuyo fin es conciliar los intereses de las empresas, con los valores y demandas de la sociedad civil, teniendo como contexto la globalización. Esta iniciativa, que cuenta con más de 8000 empresas participantes, se basa en diez principios, dos de los cuales se relacionan directamente con la sostenibilidad ambiental y señalan que las "empresas deberán mantener un enfoque preventivo que favorezca el medio ambiente" (principio 7), así como "fomentar las iniciativas que promuevan una mayor responsabilidad ambiental" (principio 8).

   Si los gobiernos locales no pueden asumir el rol subsidiario y de garantes de la salud de sus propios contribuyentes y ciudadanos, entonces asistiremos al resurgimiento del Estado policial y prepotente de siempre. Los acontecimientos ocurridos en el 2015 en el valle de Tambo, Arequipa, donde la empresa Southern ha extendido su inmensa maquinaria simbólica y de poder sobre los “espartambos”, nos demuestran que existe una alianza tácita entre el Estado peruano y los grupos de poder económico[4]. Para el profesor Francisco Durand, vivimos una democracia enteramente formal, pues “si  bien  se  realizan  elecciones  limpias  y  libres,  se  mantiene la alianza o relación estrecha de poder entre las grandes corporaciones y el  Estado,  que  se  manifiesta  principalmente  en  las  relaciones  que  tienen con  el  presidente,  el  MEF  y  los  ministerios  económicos,  y  en  el  patrón  de nombramientos en puestos importantes”[5]. Durand es certero cuando señala que la Confiep, el Instituto Peruano de Economía (think tank de las élites económicas locales), el Grupo El Comercio y los tecnócratas favorables al “libre mercado” han logrado “definir una agenda y las prioridades del Estado”[6].

   Desde nuestra perspectiva, los tecnócratas que hablan de “libre mercado” definitivamente defienden cualquier entelequia menos la libertad. Un estatista mercantilista, por muy tecnócrata que sea, está en las antípodas de un libertario, para quien: “In a market anarchist society, law and security would be provided by market actors instead of political institutions”[7].

   El epítome de esta alianza “natural” es la Ley 30230, Ley que establece medidas tributarias, simplificación de procedimientos y permisos para la promoción y dinamización de la inversión del país, publicada el 12 de julio de 2014. No es un secreto para nadie que los verdaderos gestores de esta ley son los poderes fácticos representados por la Confiep, el IPE, etc. Para Durand, los sujetos afectados son las mismas poblaciones subordinadas históricamente. Todo en aras del “libre mercado” y la libertad de empresa: “Esta  norma  facilita  la  concesión  de  grandes  extensiones territoriales a las empresas extractivas, poniendo como prioridad la propiedad de las empresas privadas y afectando negativamente a los pueblos indígenas. Esta  norma  contradice  el  artículo  14.1  del  Convenio  169  de  la  Organización Internacional  del  Trabajo  (OIT),  en  el  cual  se  considera  que  la  ocupación territorial de los pueblos indígenas equivale a un título de propiedad”[8].

   Este orden de cosas es el que defienden los honorables magistrados. Definitivamente, no tiene ninguna relación con un verdadero mercado libre defendido por libertarios como Samuel Edward Konkin III, Gary Chartier y Kevin Carson para quien “en realidad los mercados libres son el enemigo del poder corporativo”. Esto se clarifica en el New Libertarian Manifesto, de Samuel Edward Konkin III, en el cual se traza el probable escenario para una sociedad libertaria: “division of labor and self-respect of each worker-capitalist entrepreneur will probably eliminate the traditional business organization – especially the corporate hierarchy, an imitation of the State and not the Market. Most companies will be associations of independent contractors, consultants, and other companies. Many may be just one entrepreneur and all his services, computers, suppliers and customers. This mode of operation is already around and growing in the freer segments of Western economies”[9].

   Para los grandes empresarios y financistas, hoy en día el Estado es un aliado natural. Mientras más privilegios puedan obtener de este, tanto mejor. Los medios para lograrlo son lo de menos. El gobierno autoritario de Fujimori hizo hábiles componendas que algunos banqueros y empresarios poderosos quisieran soslayar. Para un libertario como Gary Chartier “los mercados que tenemos ahora no son libres. Están distorsionados por privilegios garantizados por el estado de todo tipo de formas diferentes”[10]. Los cárteles son una muestra del poder de las grandes empresas para maximizar sus beneficios en un supuesto “mercado libre”. Las entidades reguladoras están definitivamente “atadas de manos”.

Conclusión

  Si los mismos individuos y las comunidades no pueden trazar su propio destino en consonancia con una autodeterminación y autonomía, de poco ha servido tanta revolución a lo largo de la historia moderna. Los intereses corporativos de las empresas transnacionales (business power) no se condicen con el respeto a una cosmovisión y logos particulares, que tienen en el ayni, la minka y la veneración a la Pachamama sus  principales valores. Si existe una alianza tácita entre el Estado y el implacable poder corporativo, es perfectamente posible que los defensores de la ley y del ordenamiento jurídico lo sean también de los intereses de las transnacionales. Salvo mejor parecer.






[1] ONU.  “Proteger, respetar y remediar: un marco para las actividades empresariales y los derechos humanos”. Informe del Representante Especial del Secretario General sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas transnacionales y otras empresas comerciales, John Ruggie, A/HRC/8/5, de 7 de abril de 2008, párrafo 56. Disponible en: <http://www.escr-net.org/sites/default/files/Ruggie_2008InformeEDH_esp.pdf>.
[2] CÁRCAMO CÁRCAMO, José. “El diseño e interpretación de los contratos de asociaciones público privadas”. En: Administración Pública & Control. Nº 42, Lima, junio 2017, p. 7.
[3] Véase: http://www.pactomundial.org/?cat=44

[4] Véase el exhaustivo trabajo del sociólogo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos José Lapa Romero sobre la nefasta actividad de la empresa Southern en el valle de Tambo, Arequipa, en alianza estratégica con el Estado peruano: LAPA ROMERO, José. Lo que los ojos no ven. Arteidea, Lima,  2017.
[5] DURAND, Francisco. Cuando el poder extractivo captura el Estado. Oxfam, Lima, 2016, p. 30.
[6] Ibídem, p. 49.
[7] http://agorism.info/
[8] DURAND, Francisco. Ob. cit., p. 63.
[9] Disponible en: http://agorism.info/docs/NewLibertarianManifesto.pdf.
[10] Véase el blog Mutualismo. Libre mercado anticapitalista: http://www.mutualismo.org/gary-chartier-nos-presenta-markets-not-capitalism/


A un año de gobierno de PPK:
Entre la profundización del capitalismo peruano y el juego de tronos en la política
José Lapa Romero

   En el Perú nos encontramos a casi un año del cuarto gobierno “democrático”, posgobierno autoritario fujimorista de los 90. Este gobierno viene atravesando su cuarto momento de tensión, “crisis” y “escándalo” político que se ha vuelto extendido denominarle “crisis política”. Sin embargo, como buenos ciudadanos escépticos tenemos que preguntarnos de qué crisis política estamos hablando, y qué consecuencias políticas tiene seriamente sobre la economía, la política y sobre nuestra vida como ciudadanos y ciudadanas, o si solo es parte del espectáculo político peruano. Porque hasta ahora lo que hemos visto es un campo económico donde se sigue profundizando nuestro precario capitalismo rentista, privilegiado y desregulado que favorece fundamentalmente a la clase empresarial (en paralelo a las otras grandes economías de las clases populares, ignorada por el Estado capitalista peruano, conformada por millones de cachueleros, ambulantes, taxistas, mototaxistas, micro y pequeños empresarios, campesinos, etc.) y sobre el que la disputa política es casi inexistente; por el contrario, de profundo consenso entre partidos de derecha, medios de comunicación concentrados y sectores empresariales; y la disputa en el campo político, que se da dentro de las instituciones del sistema político representativo y no en las calles (aunque los docentes nos dan indicios de esperanza), por el trono entre un gobierno que muestra serias debilidades para gobernar y un no-gobierno fujimorista (pero con mayoría en el Congreso) que permanentemente da muestras de su poder (y que aún se resiste a entender que no es gobierno), y una “izquierda” fragmentada y débil que no ha tenido y probablemente no tendrá capacidad de disputar los 27 años de hegemonía neoliberal.

I. EL CAPITALISMO PERUANO DEPENDIENTE, RENTISTA Y PRIVILEGIADO

   En el Perú desde los 90 las reformas neoliberales promovidas desde el Estado han configurado en el país un campo económico capitalista anclado fundamentalmente en actividades primarias exportadoras (minero, gasífero, agroexportación, etc.), y una estructura de poder hegemónico y dominación donde los gremios empresariales (CONFIEP y SNMPE) han cobrado un poder sobre el Estado nunca antes imaginado, y un Estado capitalista en relación de dependencia relativa de los intereses del capital. Capitalismo peruano que se ha desarrollado y ha convivido con el régimen autoritario fujimorista y los regímenes “democráticos” de Toledo, García, Humala y Kuczynski que han tendido y tienden a usar la fuerza y la coerción cuando las bases del capitalismo peruano se han visto en cuestión en situaciones de conflicto: Tambogrande, Bagua, Espinar, Conga, Tía María y otros.

   El capitalismo en el Perú  ha tenido la capacidad de hacer los intereses del capital los intereses del Estado y los intereses del Estado los intereses del capital. Además, este capitalismo rentista, privilegiado y desregulado se ha estructurado incluyendo a pequeños sectores económicos vinculados fundamentalmente al sector minero, agroexportador, y la banca; y excluyendo (o teniendo vínculos débiles) a las otras economías de las clases populares, ignorada permanentemente por el Estado capitalista peruano, conformada por millones de cachueleros, ambulantes, taxistas, mototaxistas, micro y pequeños empresarios, jornaleros agrícolas, campesinos, etc.

   Los sucesivos gobiernos democráticos y el actual gobierno en el poder, ese capitalismo dependiente peruano –en el marco de la delegación de facultades, y por lo tanto la emisión de los denominados “paquetazos normativos”, y decisión política– se viene profundizándose, no necesariamente para el beneficio de las mayorías, bajo el argumento de la “reactivación económica”, “destrabar la inversión”, “tramitología” y el excesivo burocratismo, generando: 1) condiciones legales para acceder al control y explotación de los recursos naturales, y en esa dirección va el Decreto Legislativo N° 1333; 2) “simplificar” la evaluación de los Estudios de Evaluación Ambiental tal como se establece en el RM 169-2017-MEM/DM, y; 3) legitimar y crear condiciones para la inversión a través de la inversión estatal para desarrollar intereses privados y en esa dirección va el Decreto Legislativo N° 1334 que crea el fondo de adelanto social que tiene el objetivo político de “financiar programas, proyectos y/o actividades orientados a cerrar o reducir brechas sociales en espacios geográficos donde se desarrollarán diversas actividades económicas”[1]. Este marco normativo está dirigido fundamentalmente a profundizar el capitalismo primario exportador y contener los conflictos sociales a partir de la acción de inversión del Estado con dinero de todos los peruanos. En síntesis, el capitalismo peruano dependiente de la explotación minera requiere tener control sobre los territorios (tierra y agua) sin mayor oposición, mano de obra con derechos recortados (sin derechos sería el paraíso) y esa es la dirección que seguirá impulsando el gobierno de PPK, porque parafraseando a su ministro de trabajo, “el nivel de 850 soles es adecuado para el nivel que vivimos”, lo que refleja que la orientación del gobierno no es ni será seriamente a favor de los intereses de las clase populares sino de los intereses de la clase empresarial.

II. CRISIS POLITICA, JUEGO DE TRONOS Y ESPECTÁCULO POLÍTICO

   En el campo político en el Perú vivimos una crisis política estructural. Los partidos políticos están en crisis terminal, los ciudadanos distantes y desencantados de la política, la corrupción atraviesa el Estado y cada gobierno elegido, y los movimientos sociales están debilitados y fragmentados. El sistema político peruano funciona sin estructuras partidarias, sin identidades y ciudadanos, y sí con mucho clientelismo y con aristocracias políticas, y la democracia representativa reproduce el sistema político que reproduce y profundiza el capitalismo peruano y el orden de privilegios en el Perú.  

   Dentro de ese escenario el actual gobierno viene atravesando su cuarto momento de tensión, “crisis” y “escándalo” político –la delegación de facultades casi al iniciar gobierno; el asesor de gobierno negociando servicios de salud dado que “esa es nuestra mina de oro. No sabes la cantidad de plata que vamos a ganar” ; la interpelación y censura del ministro de educación principalmente por el sector mayoritario fujimorista del congreso dado que “juntos somos una fuerza invencible” de acuerdo a uno de sus representantes más conspicuos, Héctor Becerril; la influencia política de la alta jerarquía política del gobierno en el caso Chincheros dado que según el exministro de economía, “si pasa chinchero nos va bien, si se baja chinchero, nos va pero mal”, y que involucra al presidente de la república, presidente del consejo de ministros, ministros y al contralor de la república– que le viene denominando “crisis política”. Sin embargo, esta “crisis política” no pone en cuestión la política económica pero muestra una triple dimensión sobre el cual tenemos que tener claridad los ciudadanos y las ciudadanas, para no dejarnos envolver con el espectáculo político. Primero, la correlación de fuerzas pos electoral puso en el reinado (gobierno) a una fuerza política de derecha clientelar y mandó al reino de los reyezuelos (Congreso) a la fuerza política de derecha autoritaria clientelar (que aún no se asume como tal), escenario que se ha desplegado en permanente tensión y ha dejado heridos y chamuscados (ministros y asesores), pero cuya disputa política no ha tenido mayor efecto y no pone en cuestión las bases del capitalismo peruano. Segundo, lo cierto es también que este gobierno es débil, no tiene partido fuerte, no tiene organizaciones sociales en la base (aunque si clientelas que buscan y han tomado las instituciones del Estado), ni en el Congreso, sin embargo, avanza en la profundización del capitalismo rentista y privilegiado en el Perú; y está atravesado de algo no exclusivo relacionado a la práctica de corrupción y el alineamiento de los intereses del Estado a los intereses del empresariado. Tercero, muestra algo que nos debiese poner en un escenario de realismo puro a los ciudadanos y es estructural en el Perú: los intereses del Estado y del gobierno de derecha actual son los intereses del capital. Por lo que el relacionamiento con los sectores populares que constituyen los millones de la economía peruana (ambulantes, moto taxistas, taxistas, campesinos, pequeños productores, micro y pequeños empresarios, etc.) débilmente articulados al capitalismo peruano, no son parte de las grandes decisiones que se toman y tomarán en los próximos años.

   No obstante la “crisis política” y el escándalo político, el Perú sigue creciendo y la bolsa de valores no se ha caído. Por lo que nuestra vida continúa tan rutinaria como antes del cambio de gobierno, aunque no quieren hacer creer que estamos viviendo una debacle inexistente. En el Perú la economía funciona en piloto automático y la política también. En todo caso la crisis política hay que verlo en tanto profundiza el desencanto de los ciudadanos respecto de la política que se ha vuelto un espectáculo político donde así como en juego de tronos son los reyezuelos de la democracia representativa cuya representados no existen, no tienen rostro y en el fondo no importan seriamente.

   Lo que la política y la representación política debiese poner en cuestión y disputa es sobre si es conveniente para el país que el capitalismo peruano se siga produciendo y reproduciendo en condiciones de privilegios económicos, tributarios y ambientales; la acumulación a través del cholo barato; y flexibilización de controles ambientales.   




[1] EL PERUANO. Fondo de Adelanto Social. DL N° 1224. 6 de enero de 2017. Consulta: 2 de junio de 2017 <http://busquedas.elperuano. com.pe/ normaslegales/decreto-legislativo-que-crea-el-fondo-de-adelanto-social-decreto-legislativo-n-1334-1471011-6/>





La patria perdida

Milcíades Ruiz



   Ya empiezan a sonar las voces de la esquizofrenia comercial que nos inducen a festejar la independencia del Perú que encubre cierta falacia histórica. Es el poder de la dominación que nos convierte en zombis por reflejo condicionado haciéndonos actuar a conveniencia de intereses ajenos. Felices Fiestas Patrias, repetirán también los oprimidos ancestrales para beneplácito de los opresores, sin percatarse que es una celebración del aciago día en que se perdieron las esperanzas de recuperar la genuina patria ancestral. Esa patria era el Tahuantinsuyo.


   A diferencia de otros países en que logran su libertad recuperando el dominio sobre su territorio ancestral desalojando al invasor, ello no ocurrió con la independencia del virreinato del Perú ni con el continente entero. Los invasores se adueñaron del territorio que pertenecía a la población autóctona y usurparon sus derechos, suplantándola en todo. Muchos somos los beneficiarios de esta injusticia pero el que calla otorga. Sabemos que no es verdad lo que nos enseñan desde niños y sin embargo, lo permitimos y hasta participamos del engaño. Eso no es honesto.

   La independencia del virreinato del Perú no es lo mismo que la emancipación de la patria. No era que al fin de tres siglos de dominación los opresores dejaban el Tahuantinsuyo. No, eso no. Era la independencia de los invasores, que se separaban de España, su madre patria. La libertad era solo para los colonialistas pero no para los nativos que siguieron siendo sus vasallos. Los supuestos próceres de la independencia eran los mismos opresores coloniales que se pusieron el ropaje de “patriotas” republicanos. Estos, siguieron siendo propietarios de esclavos capturados en África y vendidos como animales salvajes. Estos humanos también perdieron su patria y jamás pudieron regresar a ella.

   Pero los esclavistas y señores feudales hablaban de libertad (la de ellos solamente y no de todos). Los opresores se sentían oprimidos frente a los españoles peninsulares ignorando cínicamente la opresión que ellos ejercían sobre la población nativa y sobre los esclavos. Solo ellos, los colonialistas, tenían derecho a llamarse peruanos pero no los aborígenes a los que llamaban simplemente “indios” o “naturales”. Toda referencia a peruanos en la guerra de independencia del virreinato, se sobreentendía que se estaba hablando de los españoles sudamericanos y no de los nativos.


   Hasta mediados del siglo XIX, en el Perú continuaron vigentes las leyes españolas, el tributo indígena y la esclavitud. Aun hoy, se pueden ver en Cañete, las rancherías de negros esclavos en el fundo “Arona” de los descendientes del prócer terrateniente Hipólito Unanue, secretario del virrey y representante de los realistas en las tratativas de armisticio con los delegados de la Expedición Libertadora. No obstante ser del campo enemigo, este “prócer” pasó a gobernar y presidir la Junta Gubernativa de la República.

   El idioma de los colonialistas dominadores fue declarado oficial en 1825, quedando de lado el idioma de la mayoría de la población, el quechua. El despojo de tierras de cultivo prosiguió con la república y las consiguientes rebeliones con derramamiento de sangre nativa. Los esclavos no fueron liberados por decreto de la república. Su libertad fue comprada por el Estado 33 años después de la independencia como si se tratara de un gran negocio para los esclavistas que recibieron el precio de cada uno de ellos, dando lugar a fraudes para obtener mayores montos de compensación. Los súbditos yanaconas de los señores feudales (gamonales) solo alcanzaron su independencia con la reforma agraria de Velasco.

   Es verdad que no es bueno mirar el pasado con rencor. Pero tampoco ocultar la verdad histórica ni mantener latente las injusticias. No se pide venganza. No se pide discriminar a los discriminadores. El racismo es denigrante. Solo se pide compartir con equidad. El Perú es de todas las sangres se suele decir como una viveza para disimular una situación oprobiosa. Pero hay sangres con más derecho que otras y eso deberíamos reconocer. El derecho ancestral no debería ser sepultado.

   En el Perú actual, las mayorías están bajo el dominio de una minoría. Los cholos mestizos constituyen la mayoría de la población, pero juntos con los que se consideran totalmente quechuas, aimaras y nativos de la selva suman el 80% de la población peruana, sin considerar los que han perdido el orgullo de su raza. Pero entonces, ¿por qué no permitir una mayor participación en las decisiones de gobierno a los peruanos ancestrales? Eso no está permitido en el régimen electoral vigente hecho a la medida de los dominadores.





   Se ha avanzado bastante en materia de equidad sexual, pero nos falta mucho por avanzar en cuanto a equidad política como en equidad económica. Aún siguen gobernando y legislando los descendientes de Juan de la Torre, uno de los trece de la “Isla del Gallo”, como sucede en el actual Parlamento. Pero nunca es tarde para reivindicar lo nativo, con mayor derecho. Que no nos vengan con el contrabando de que Túpac Amaru II fue precursor de la independencia del Perú. No luchó por la independencia de sus opresores sino por liberar a sus compatriotas de la opresión de aquellos.


   Muchos aborígenes tuvieron que refugiarse en la cordillera para huir de la mita colonial que obligaba a entregar la vida de un descendiente para que trabaje en la extracción mineral que era muerte segura. Se quedaron habitando allí durante la república como lugar seguro contra la extinción de la gente, hasta que aparecieron los terribles “mistis” depredadores de sus recursos naturales, con la misma ambición que los conquistadores, en complicidad con los gobernantes actuales. Ahora luchan por su suelo, por su agua, por su ecología, por sobrevivir ante el infortunio de una fatalidad histórica.


   Entonces, es esos lugares, resulta humillante entonar el himno nacional oficial y desearles “Felices Fiestas Patrias” porque significa celebrar toda una historia de sufrimientos de la opresión que no se extingue. Ya ni siquiera se puede vivir tranquilo en la cordillera. La persecución ha llegado hasta el escondite histórico. Por su puesto, ellos no recibirán gratificaciones monetarias por Fiestas Patrias Eso no es para ellos dirán los dominadores.


   Pero esta incomprensión está encarnada ya en nuestra cultura y hasta los izquierdistas como los de derecha miran al bicentenario de la independencia del virreinato del Perú, como una hazaña para celebrar a lo grande. Todo lo que se planea y se hace es “con miras al bicentenario”, olvidando las reivindicaciones ancestrales. ¿Por qué no aprovechar el bicentenario para reconocer por ley las reivindicaciones ancestrales traducidas en derechos ciudadanos? Por ejemplo: ¿Seguirá manteniéndose el veto para que los nativos no sean oficiales ni jefes de nuestras fuerzas armadas? ¿Seguirán sin derecho a cuotas de poder?


   De más está decir que ni aun los más favorecidos por el sistema de dominación imperante podrán decir que somos libres verdaderamente. El país ha perdido su soberanía, no tenemos independencia económica y estamos sometidos a una legislación internacional arbitraria. No podemos ayudar a Cuba y a Venezuela sin ser castigados con represalias onerosas de facto. La lucha por la independencia real tendrá que continuar.


   Es probable que lo dicho no sea aceptable por quienes tienen una visión distinta a la mía. Me disculpo por el atrevimiento. No siempre se tiene la razón y lo acepto. Pero mis convicciones se mantienen firmes en cuanto a la equidad necesaria para superar injusticias.


Julio 2017
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