martes, 7 de marzo de 2023

MACARTISMO DE TERROR EN EL PERÚ

 

MACARTISMO RECARGADO DEL SIGLO XXI

 

A diferencia de otros lares, la Guerra Fría comenzó en nuestro país en los primeros años del siglo XX, cuando empezaron a conformarse las primeras sociedades de resistencia y las federaciones obreras no solo en Lima, sino también en ciudades como Trujillo, Arequipa, Huacho, etc.

Durante la República Aristocrática, los grupos dominantes sintieron consternación y pánico al contemplar el surgimiento de nuevos actores sociales que empezaron a exigir mayores derechos y reivindicaciones laborales. De esta manera, la Ley Marcial, la deportación de activistas, el cierre patronal (lock-out), la persecución sistemática y la clausura de periódicos sindicalistas, etc. fueron las medidas y las tácticas usadas para desarticular el incipiente movimiento obrero peruano.  A partir de 1919, se creó una oficina especializada, dentro de la Policía, para combatir la propaganda anarquista (Bonilla, 1975). La antecesora de la actual Dirección Contra el Terrorismo, de la PNP, se encuentra aquí.

Las nuevas ideas de redención social y de libertad fueron difundidas en la prensa obrera como La Protesta, El Derecho Obrero, La Antorcha, El Obrero Textil, etc.

 

El Estado policial nuestro de cada día

El Estado policial de aquellos años perseguía con saña a los trabajadores que buscaban mejorar sus condiciones laborales y una sociedad menos jerarquizada. Asimismo, las sublevaciones indígenas de las primeras décadas del siglo XX fueron sofocadas de una forma sangrienta (v. gr. en Puno).

El surgimiento de nuevos actores políticos a partir de 1930 (Partido Aprista Peruano, CGTP, Partido Comunista, etc.) no detuvo la acción punitiva y liberticida del Estado. La grave crisis política del periodo 1930-1933 adquirió una escalada de violencia preocupante. En ciudades como Trujillo, la violencia política y la tradición de lucha permanente entre los trabajadores de las haciendas configuraron un movimiento insurreccional, a partir de 1931. De este modo: “Si era cierto que el militarismo había llegado en Trujillo a extremos de crueldad, también (…) la misma crueldad conque (sic) respondió el elemento popular fue igual a superior. La muerte en esos días tuvo su albergue en nuestro suelo. Se contaban con cientos de cadáveres de militares y hombres de nuestro pueblo” (Zitor, 1976, p. 75).

A partir de los años 30, en nuestro país se empezó a denunciar, desde la prensa y los círculos oficiales, una conspiración comunista y apro-comunista. Luego de los acontecimientos de julio de 1932 en Trujillo, los apristas fueron considerados terroristas y enemigos del orden público. Esto se agudizó con el asesinato de Sánchez Cerro en abril de 1933. Pasaron varias décadas para que esta situación cambiara.

Es terriblemente irónico que los revolucionarios de ayer hoy esgriman un macartismo trasnochado y feroz. De este modo, el Partido Aprista Peruano se volvió furgón de cola de la ultraderecha peruana antiliberal. Solo basta escuchar a los viejos líderes apristas cómo catalogan de “filoterroristas” y de violentistas a todos los ciudadanos que protestan contra el actual gobierno.

Ciertamente, el terrorismo demencial del PCP-Sendero Luminoso contribuyó a satanizar a la izquierda peruana. Aunque las graves contradicciones de las izquierdas peruanas (que comprenden no solo a estalinistas, sino también a trotskistas y libertarios), luego de la caída del Muro de Berlín y la disolución de la URSS, también juegan un rol preponderante en su descrédito.

A modo de conclusión

Entre nosotros, el epíteto de “comunista” o el de “terrorista” es esgrimido convenientemente por grupos políticos y por el Gobierno, con fines de neutralización y de estigmatización de opositores políticos, desde las primeras décadas del siglo XX. Los anarquistas (anarcosindicalistas) fueron las primeras víctimas del “terruqueo”; luego, en años posteriores, los apristas fueron acusados de conspiradores y de terroristas por la prensa y el Gobierno. Era la etapa de insurgencia para los seguidores de Haya de la Torre. A partir de los 90, con el surgimiento del fujimorismo y la crisis de la izquierda, la cacería de brujas enfila su objetivo a luchadores sociales y activistas de izquierda (incluso sindicalistas). A partir de la campaña electoral del 2021, resurge con fuerza el fenómeno latente del terruqueo. Por otra parte, no solo la ultraderecha y las clases medias altas peruanas usan esta táctica de neutralización y estigmatización de opositores y activistas. Nos permitimos parafrasear al Mesías en este punto: quien esté libre de terruquear que tire la primera piedra.

 

Márlet Ríos

 

Referencias

Bonilla, H. (comp.). (1975). Gran Bretaña y el Perú 1826-1919. Informes de los cónsules británicos. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.

Zitor (seudónimo). (1976). Historia de las Principales Huelgas y Paros Obreros Habidos en el Perú. 1896-1946. Lima: ediciones del autor.




Periódico La Abeja denunciando supuesta conspiración comunista en junio 1932.





Órgano de la Unión Revolucionaria, fundado en 1931, partido anticomunista y filofascista