Dos presentaciones del libro del autor Pablo Malek que estudia por primera vez la producción de cine documental sobre el conflicto armado interno en el Perú. Publicado por el grupo editorial Gato Viejo en junio de 2016.
Cada presentación contará con la participación de distintos investigadores, una proyección documental y un conversatorio con el autor.
Lunes 27 de junio a las 7 p.m. en la sede del Gremio de Escritores del Perú -Jirón Lampa, 208 (Centro de Lima)
Con las intervenciones de Mauricio Godoy (Realizador y Docente PUCP) y de Iris Jave (Grupo Interdisciplinario Memoria y Democracia de la PUCP).
Proyección del documental Entre Memorias de Martha Cecilia Dietrich (2015)
Martes 28 de junio a las 4 p.m. en el auditorio del primer piso de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional San Marcos
Con las intervenciones de Karen Bernedo (Antropóloga Visual y Coordinadora del Museo Virtual de Arte y Memoria), de Iván Andrés Ramírez Zapata (egresado de antropología UNSM y miembro del grupo Trabajos y Estudios en Memoria Histórica) y de Stefano Corzo (estudiante de Sociología de la UNSM).
-Proyección del documental Totos, memoria de un pueblo olvidado de Luis Cintora (2015)
Dibujo de Jesús Cossio |
El clan Fujimori y la “amnesia” de los electores peruanos
La derecha y los empresarios peruanos siguen en deuda con el régimen corrupto y liberticida de Alberto Fujimori (1990-2000). Leyes como el nefasto Decreto Legislativo N° 728, denominado presuntuosamente “ley de productividad y competitividad laboral”, de 1997, se mantienen como una espada de Damocles sobre los trabajadores peruanos. Esta ley se dio con el objeto de flexibilizar el mercado de trabajo y abaratar los costos para los empresarios. Grupos económicos nativos como los Brescia, Romero, Graña y Montero, Wong, Flores-Conisllia, etc. pueden seguir maximizando sus utilidades con fruición y aumentando su poder real, a costa de la explotación de miles de asalariados con contrato temporal y salarios irrisorios[1], en tiempos de trabajo precario y estabilidad laboral convertida en el mito incaico del regreso al supuesto pasado de paz esplendorosa.
En el
imaginario de una gran parte del electorado peruano, Alberto Fujimori es el
patriota hercúleo que derrotó el terrorismo y la hiperinflación, así como
liquidó una desprestigiada y anquilosada manera de hacer política, disolviendo
el Congreso –en un golpe de Estado que se llevó a cabo con el valioso concurso
de los militares– el 5 de abril de 1992. Hoy en día, Fujimori está en prisión,
condenado a 25 años por el asesinato de 9 estudiantes y un profesor de la
Universidad La Cantuta, así como por la matanza de 16 vecinos (incluyendo un
niño) de los Barrios Altos. Fujimori, además, está sentenciado por corrupción y
peculado, es decir por haber usado fondos del erario público, junto con otros
políticos y militares de su entorno, hoy también presos, para enriquecerse como
un maharajá. “Es curioso cómo la podredumbre / se adelanta a veces al cadáver”,
dicen unos versos del poeta Washington Delgado y nosotros nos imaginamos un virtual
y bizarro escenario de una segunda vuelta electoral entre Keiko Fujimori y
Toledo. ¿Por qué este aparente olvido y condescendencia de los electores
peruanos con la hija del máximo representante de un régimen extremadamente
corrupto y sistemáticamente violador de los derechos humanos? ¿Estamos los
libertarios de esta parte de América suficientemente inmunes, por nuestro
abstencionismo y apoliticismo acendrados, ante tanta muestra de aquiescencia y
doblez?
La matriz
autoritaria en la sociedad peruana
Desde las ciencias sociales se ha analizado el grave
fenómeno de las pandillas y su proliferación en el Perú actual. Es sintomático
que la escuela y los centros de enseñanza oficial sean percibidos por los
pandilleros como instituciones verticales y autoritarias, las cuales reproducen
relaciones tradicionales de poder. “Para la mayoría de estos jóvenes, se forma
una imagen de la escuela como la verticalidad impuesta, en sus distintas
autoridades jerárquicas…”[2].
Por otra parte, la masculinidad como factor central de la construcción de la
identidad social de los pandilleros, está configurada por la violencia
(simbólica y real). Así, “ser hombre se identifica con ser violento y tener una
virilidad muy alta. La hombría aparece como destructora, tiene que ser
realizada públicamente por medio de la violencia y el control femenino”[3].
Todo ello en un contexto de anomia social y aguda crisis económica (trabajo
precario, recesión, alza escandalosa de los productos de primera necesidad,
etc.). Es decir, que el Perú actual no es el “país de las maravillas”, de paz y
prosperidad, que los actuales gobernantes y corifeos proclaman a los cuatro
vientos.
A un fenómeno inusitado de violencia política
(1980-2000), le ha sucedido otro de violencia urbana creciente, sin control.
Por doquier, reinan los caudillos o jefes del hampa y de las “barras bravas”,
vinculadas a los clubes de fútbol. Asimismo, los caudillos carismáticos
autoritarios de la política peruana (de “izquierda democrática” o derecha) son
una especie variopinta –que viene de la sociedad tradicional, jerárquica y
cerrada- muy lejos de la extinción. Se reproducen en un medio social muy
favorable. No es fortuito que la hija de Fujimori ocupe un segundo lugar en las
encuestas de opinión. Alan García, el autoritario y prepotente pastor de la
Secta de la Estrella, sueña con postular y reelegirse en el 2016. ¿A cuántos
más deberá patear y abofetear para que los ciudadanos-robots se convenzan de su
verdadero talante de reyezuelo tercermundista? ¿Cuál es la tarea de nosotros,
los libertarios? Pues la de siempre, como en los lejanos tiempos del compañero Manuel
González Prada, quien escribió hacia 1905 en El deber anárquico: “Dada
la inclinación general de los hombres al abuso de poder, todo gobierno es malo
y toda autoridad quiere decir tiranía, como toda ley se traduce por la sanción
de los abusos inveterados. Al combatir formas de gobierno, autoridades y leyes,
al erigirse en disolvente de la fuerza política el libertario allana el camino
de la revolución”.
Márlet Ríos
[1] El salario mínimo legal en Perú es 750 nuevos soles al mes, uno de los más bajos de América Latina, según la OIT. Asimismo, más del 60 % de la Población Económicamente Activa (unos 8.6 millones de trabajadores, de un total de 14.4 millones) está subempleada, o sea, trabaja menos de 35 horas a la semana y no conoce de beneficios sociales.
[2] MEJÍA NAVARRETE, Julio. “Espacios sociales y violencia pandillera en Lima”, en: Modernidad y pobreza urbana en Lima. Lima: Universidad Ricardo Palma, 1999, p. 83.
[2] MEJÍA NAVARRETE, Julio. “Espacios sociales y violencia pandillera en Lima”, en: Modernidad y pobreza urbana en Lima. Lima: Universidad Ricardo Palma, 1999, p. 83.
Más allá del corto plazo:
Notas para una alternativa de desarrollo en
el Perú
¿Es posible que la extracción, la
explotación y depredación de recursos naturales sea la base de desarrollo en el
largo plazo para el Perú? Si imagináramos que todos los recursos no renovables
en el Perú, me refiero a los minerales, petróleo, gas, etc. se acabaran mañana,
¿dónde emplearíamos a los miles de peruanos y peruanas vinculadas a estas
actividades? A uno puede acusársele de pesimista por siquiera creer que estos
recursos podrían acabarse en los próximos años viendo que existen otros tantos
yacimientos en todo el Perú, pero ante demasiado pensamiento y acción
cortoplacista creo que intentar reflexionar desde una mirada más de país
resulta necesario.
Qué duda cabe de que en los últimos años el
Perú ha ido crecido económicamente, los datos públicos y privados confirman esa
realidad, pero también se confirma una realidad aún más importante: cada vez
hay más desigualdad social en el Perú.
Los intereses de
acumulación de las empresas indudablemente llevan a ver el corto plazo o por lo
menos el tiempo que dure su explotación luego del cual en general sálvese el
que pueda.
Partamos de que estamos
metidos en un modelo de desarrollo primarista que es bendecido, alentado y
defendido por pequeños sectores intelectuales, empresariales y del mismo
gobierno del Perú y es entendible que lo defiendan, dados los múltiples
intereses económicos (y su extracción social) en el cual se hallan involucrados
de forma directa o indirecta, sin embargo, creo que algo de sensatez también
debiese llevarnos a dejar de ver solo nuestros intereses y ver los intereses de
país. Unos pueden decir “pero tenemos muchísimos más yacimientos mineros de
oro, cobre, plata etc. inexplorados e inexplotados en el Perú”; la oposición está
en los “antidesarrollo”, “comunistas”, “senderistas”, etc. etc., discurso con
el cual (como se deduce) se deslegitima cualquier acción de protesta u
oposición individual y/o colectiva, en la costa, selva o en la sierra del Perú.
Sin embargo, creo que este tipo de
posturas no ayudan en nada a construir las bases centrales del desarrollo en el
Perú. Pero algunos ya no piensan ni propugnan (y menos imaginan) caminar hacia otras
opciones de desarrollo de forma deliberada, la opción industrial simplemente
ello está fuera de órbita porque obedecería a posiciones retrógradas,
trasnochadas del desarrollismo cepaliano o progresistas de los 60, 70 que nos
quieren llevar al atraso y ello ya queda desfasado en las actuales
circunstancias. Claro, ante la opción de construcción de opciones, la única
respuesta es aferrarse a esta opción primarista.
Entonces, ¿qué podemos
hacer ante ello? Tendremos que contentarnos con seguir la línea y nadar en ella,
y apoyar los proyectos mineros sin ninguna consideración alguna, o hay que
pensar en otra opción viendo las condiciones concretas en que nos encontramos y
viendo también los intereses dominantes que se mueven en todos los ámbitos.
Creo que la situación
actual de vacas gordas en la economía peruana a veces ayuda a persistir en la
ceguera. Estamos formando más gente, se está invirtiendo más en educación y
salud, sin embargo, ¿cuál va a ser esa estructura que recepcione y dé empleo en
condiciones de sostenibilidad como país?
¿A dónde irán los miles de jóvenes que día a día salen de los
institutos, universidades en todo el Perú? ¿a engrosar la fila de
desempleados?, ¿de cachueleros?, ¿a estar en un trabajo temporal? El Estado ha
promovido y ha creado mucho trabajo en los últimos años, pero más allá de
discutir si fueron dignos o no, el asunto central es que fueron temporales. ¿El
Estado podrá seguir gastando a un ritmo que permita mantener, mal que bien, a
los miles de profesionales y otros, enganchados a la inversión pública?, ¿qué
pasará cuando la inversión disminuya de tal forma que miles queden fuera del
sistema de inversión y tengan o que precarizar sus ingresos? ¿El Estado podrá mantener este ritmo? ¿Podrá
el Estado mantener sus ingresos de tal forma que le permita gastar en la misma
intensidad hasta ahora? Lo que la realidad me dice es que en algún momento se
ha de producir la desaceleración de la inversión pública y allí es donde
volveremos a un Estado preocupante para miles de personas. ¿O es que las
empresas podrán incorporar a toda esta masa de trabajadores tan diferentes?
Indudablemente, ello va a variar según las realidades. Un escenario como Áncash,
Cajamarca, Moquegua, etc., solo si se mantienen las condiciones favorables,
podrá mantener tal vez alguna situación favorable. Pero, ¿qué pasaría si los
precios de los minerales caerían? Esto indudablemente impactaría de manera
significativa.
Es por ello que es válido
construir un escenario de desarrollo con base en o fuera del modelo de
desarrollo primarizado, porque, como ya se dijo, no asegura el desarrollo y
empleo del Perú. Entonces una opción es afirmar y fortalecer aquellas
actividades fundamentales para el bienestar, la agricultura, la pequeña empresa
y el turismo.
A veces no ayudan los
contextos emocionales a la claridad racional del análisis del largo plazo: al
final se trata de tomar decisiones de forma colectiva.
José Antonio Lapa Romero
Los capitalistas
Son los feroces capitalistas
que un dólar llevan por corazón
Despiadados en sus conquistas
son los feroces capitalistas,
siempre teniendo quijadas listas
para pegarnos el mordiscón,
van los feroces capitalistas
que un dólar llevan en el corazón.
Son los hipócritas, son los felinos
que hacen a bombo la caridad
Muy obsequiosos y muy ladinos
son los hipócritas, son los felinos.
Si no se lanzan a los caminos,
es porque operan en la ciudad
esos hipócritas, esos felinos
que hacen a bombo la caridad.
Garras de tigre, dientes de lobo,
se dan por los labios que arrojan miel
¡Cuánto celebran lo honesto y probo,
garras de tigre, dientes de lobo!
No ven delito mayor que el robo
de los que viven gozando de él
garras de tigre, dientes de lobo,
se dan por labios que arrojan miel.
Son los verdugos del proletario
los que le exprime sangre y sudor.
Siempre celosos del monetario
Son los verdugos del proletario.
Lucen por fuera lo humanitario,
mas dentro guardan odio y rencor.
Esos verdugos del proletario,
los que le exprimen sangre y sudor.
Dueños de casas, dueños de tierras,
dueños se harían de aire y de Sol.
Son, de los mares hasta las sierras,
dueños de casas, dueños de tierras.
Siembran rencores, atizan guerras
y a un hombre matan por una col.
Dueños de casas, dueños de tierras,
dueños se harían de aire y de Sol.
Son unos pocos, más atrevidos,
al mundo entero dictan la ley.
Esos tiranos, nunca vencidos,
son unos pocos, más atrevidos.
Van acatados, van aplaudidos,
viendo a sus plantas obispo y rey,
pues, aunque pocos, son atrevidos
y al mundo entero dictan la ley.
¡Fuera esos duros capitalistas
que un dólar llevan por corazón!
¡Surjan las almas nobles y altruistas!
¡Fuera esos duros capitalistas!
¡Campo a las justas grandes conquistas!
¡Campo a la santa revolución!
Contra esos duros capitalistas
que un dólar llevan por corazón.
Abril de 1907.