“Gracias” Bob
Hasta que al fin se dé cuenta
que es como los demás
con su niebla, sus anfetaminas y sus perlas.
que es como los demás
con su niebla, sus anfetaminas y sus perlas.
Bob Dylan
Por la “redención” de aquellos que no lo pidieron
Ni ambicionaron ganar un Nobel, y dejaron constancia
como una bendición que gotea desde las estrellas.
Porque escrito está que el padre Allen, tu maestro, al final de sus días, solo a la cirrosis pretendía derrotar, ya no al Sistema. Y aun así murió sonriendo.
Gracias Bob por nunca haber creído en la lucha por los Derechos Civiles. Eran los tiempos, una hermosa palestra. Aunque empeñaras el corazón de Joan Baez para adquirir tu fama. La fama, la única arpía que no descansa.
Gracias Bob por la incontable cantidad de buenas canciones. Sí, al final, la autopista es para los vagabundos, y hace mucho que no lo eres, aunque puedas cantar acerca de ellos. O tal vez nunca lo fuiste. ¿Cuánto habita en ti de aquel jovenzuelo, que solo deseaba escapar a un futuro mediocre en Duluth?
Gracias Bob por esperar que algo tan simple sea cierto: nadie siente dolor esta noche mientras estoy bajo la lluvia. Aunque sabemos que no es cierto. El mundo está enfermo.
Gracias Bob por no haberte pronunciado, nunca, a favor de Palestina, y el horror de sus niños muertos.
Gracias Bob por la gente que habita tus canciones. Demiurgo perfectamente imperfecto, como nosotros. Espejo en el que podemos reflejarnos.
Gracias Bob por lograr, después de tantos años y silencios, que los doctores de la Academia besen tus pies. Ah… la desprestigiada “Academia”. MVLL fue premiado en el momento que dejó de ser un peligro. Al igual que tú. Cuando ya no tenían nada que decir.
Aquí quedaremos, llorando como el fuego en el sol… No obstante, no será por la pena. Te queremos como a un viejo amigo.
Y a los viejos amigos se les perdonan muchas cosas.
Francisco León
14/10/2016
Insight
Todas
las veces que fui feliz
rescatando
a los caracoles
de
las pisadas nada miríficas
de
los hombres
blandiendo
causas perdidas
emulando
a Villon
ignorando
la carcajada irónica
y
algo siniestra del destino
escuchando
a mis 20 las canciones
de
Bob Dylan
cuando
era discípulo dilecto de Woody Guthrie
y no
se había vendido a las multinacionales
imaginando
tu rostro níveo
de
campesina ayacuchana
mirando
las películas que vio mi padre
en
un cineclub alejado de todo
soñando
con rebeliones y milicias
de
poetas combatientes
escapando
de las clases de física aplicada
con
mi imaginación desbocada
y el
profesor diciendo “nunca dejen de soñar”
Todas
las veces que fui feliz
como
un demonio de los Andes
lanzando
botellas vacías por el aire
afilando
mi locura nada santa
ocultando
mi verecundia
provinciana
con
una mueca de indiferencia
añorando
los paisajes de mi infancia
resolviendo
problemas de cálculo diferencial
para
lanzarme desde la azotea
liviano
como un pájaro y enrumbar
hacia
latitudes de ensueño.
Márlet Ríos