Este año se cumple medio siglo de la gesta revolucionaria del MIR y del ELN, organizaciones político-militares que decidieron combatir al gobierno democrático (una democracia formal como hoy en día) del presidente Fernando Belaunde. Debemos contextualizar este evento, pues en esos años previos a la Reforma Agraria sobrevivían, como resabio de la época feudal, relaciones abominables de servidumbre, con un desbalance de poder inmenso a favor del terrateniente o gamonal. Una inmensa masa campesina se debatía en la miseria y era sujeto de una explotación sin misericordia. Las ocupaciones de tierras por miles de campesinos organizados en la Sierra Sur proliferaban incontenibles. Por consiguiente, lo que narran los escritores indigenistas o neoindigenistas no es un mero producto de su imaginación desbocada. El “señor de horca y cuchillo” y las instituciones tutelares de la sociedad tradicional peruana, eminentemente rural hasta la década de 1960, no tomaban en cuenta a las grandes mayorías de la población. En contra de este statu quo totalmente arbitrario se alzaron decenas de jóvenes, muchos de los cuales ofrendaron sus vidas por una causa noble: la liberación de la patria de las ataduras de la miseria y de la explotación descarada de unos pocos. Javier Heraud, Edgardo Tello, Máximo Velando, Guillermo Lobatón, Paul Escobar, Luis de la Puente Uceda, Guillermo Mercado León, Victoria Navarro, etc., junto con héroes anónimos del pueblo, son los nombres de los que se inmolaron por una causa noble.
La
que sigue es una breve entrevista hecha por Márlet Ríos a Milciades Ruiz, uno de los protagonistas
del levantamiento de 1965, miembro del ELN, organización político-militar de la
llamada Nueva Izquierda.
1.
Este año se cumplen 50 años del
levantamiento del MIR y del ELN. El gobierno militar de la primera fase
reivindicó los planteamientos revolucionarios
(Reforma Agraria, nacionalización del petróleo, etc.) por los cuales Ud.
lucharon. Desde Sinamos, algunos de Ud. apoyaron las reformas estructurales.
¿Cómo evalúa ahora esa época de gran esperanza y efervescencia social? ¿Todos
los que fueron amnistiados apoyaron abiertamente al gobierno de Velasco?
A
nosotros nos tocó vivir un momento histórico dramático y reaccionamos conforme
a los ideales y oportunidades de esas circunstancias. Estas fueron variando y
los sucesos también, haciendo que las relaciones entre opresores y oprimidos vayan
adquiriendo formas diferentes. Si estas condiciones se agudizan, las fricciones
pueden conducir nuevamente a un estado de efervescencia y eclosión social,
surgiendo las oportunidades y el florecimiento de los agentes de cambio. Ni los
mensajes ideológicos ni los métodos de lucha pueden ser estáticos porque el
tiempo los desfasa. Ayer fueron las guerrillas pero quizá ahora la insurgencia
de masas sea la alternativa.
El golpe militar de Velasco fue
inédito y sorprendió a todos. Para los insurrectos, el ejército seguía siendo
nuestro enemigo directo a enfrentar pero al expedirse la Ley de Reforma Agraria
y otras medidas insólitas que destruyeron el poder de la oligarquía nos obligó
a recapacitar sobre la naturaleza del golpe militar. Esta situación creó
enconados enfrentamientos internos porque para muchos, resultaba inadmisible
reconsiderar la lucha armada. Hacer esto, era una claudicación y traición a la
revolución. Pero el pueblo y sobre todo nuestra base social, apoyaba
ardientemente al gobierno de Velasco, lo cual nos restaba fundamento para
justificar la continuidad de la lucha armada. En medio de esta discrepancia nos
vimos precisados a suspender las actividades para no llegar al rompimiento
violento dejando que las circunstancias diriman. Por esta razón no todos los
amnistiados apoyaron a Velasco ni todos los que apoyaron lo hicieron
abiertamente porque siempre persistió la desconfianza de ambos lados. En esa
época, surgió aparte un conocido grupo de izquierdistas extremos que querían
levantarse en armas contra Velasco y estuvieron siempre hostilizándolo.
2.
¿Por qué no se llegó a concretar una
coordinación efectiva o apoyo explícito y sostenido entre las 2 organizaciones
guerrilleras? Algunos han señalado la desconfianza y tal vez un sempiterno
“espíritu de capilla”, tan común a la izquierda en general. ¿Fue por la
diferente procedencia política de los dirigentes del MIR y del ELN (APRA y PC,
respectivamente)?
Siempre
nos hemos llevado bien con los compañeros del MIR hasta la fecha. Sí se
hicieron acciones coordinadas y nos hemos apoyado mutuamente. Muchos han
especulado sobre este punto porque no conocían los hechos. Nuestro grupo no era
procedente del PC a cuyos dirigentes ni siquiera conocíamos. Todos éramos
independientes políticamente aunque escasos miembros no jóvenes pasaron por
allí. Nunca tuvimos una asamblea para considerar una fusión. Siempre hemos
respetado los criterios del MIR sin objeciones ni de capilla ni de procedencia.
Lo que pasó es que ambos grupos se desarrollaron autónomamente, cada cual con
sus propias perspectivas sin antagonismos. El MIR ya era un partido político y
tenía un líder indiscutible antes de optar por la acción guerrillera. Nuestro
grupo era diferente porque surgíamos como organización militar y no como
partido. La perspectiva que teníamos era que los líderes se forjan en la lucha
y el partido se construye desde la base social en el proceso de la lucha
armada. Estas perspectivas diferentes nunca fueron obstáculo para coordinar y
tratarnos como hermanos de lucha.
3.
¿Fue inevitable que el enemigo infiltrara
al movimiento? En el caso del MIR, esto fue más dramático. ¿El ELN presentó
este problema?
En
nuestro caso no tuvimos ese inconveniente de manera manifiesta aunque siempre
se considera este factor entre los riesgos. Nuestras medidas de seguridad por
ser organización militar nos salvó de muchos apuros y muchos logramos
mantenernos a salvo.
4.
El poeta Edgardo Tello murió
combatiendo en el ELN. Hoy en día, las nuevas generaciones no lo conocen y los
poetas jóvenes, igualmente por desconocimiento, se identifican más con Javier
Heraud, también del ELN. ¿Cuál fue la procedencia o trayectoria política de
Tello antes de ingresar al ELN?
Edgardo
Tello fue un becario como la mayoría de nosotros y nos hemos conocido ya en
Cuba en esa condición. No conozco su procedencia familiar ni política. Fue uno
de los fundadores del Ejército de Liberación Nacional- ELN. Lo recuerdo como un
joven de metro ochenta de la misma edad que Javier Heraud aunque no juguetón
como este. Muy correcto de conducta y mucha honestidad. Siempre estaba
inspirado escribiendo sus versos algunos de los cuales fueron editados por
nuestra organización en un folleto recordatorio. Por algo escogió como nombre
de combate “Cuyac” (El que ama). Fue admirable que pese a sus finos modales
tuviese el coraje de convertirse en guerrillero sabiendo las inclemencias que
tuvimos que pasar.
5.
¿Se van a preparar actos de conmemoración
de la gesta revolucionaria de 1965?
No
conozco de alguna iniciativa concreta al respecto y por eso es que redacté el
opúsculo conmemorativo del 50 aniversario de las guerrillas de 1965 en el Perú
esperando que por lo menos, quede constancia del sacrificio de los
revolucionarios peruanos de la época, cuyos nombres son desconocidos para
muchos. Sus familiares tendrán así el reconocimiento y testimonio de la proeza
de sus seres queridos que murieron por una causa suprema.
6.
Hace pocos meses falleció Gonzalo
Fernández Gasco, casi en forma desapercibida. No hubo ningún homenaje póstumo.
¿Esto es lo que les espera a los revolucionarios sobrevivientes de 1965?
Todos
los que conocimos a Gonzalo Fernández Gasco, hemos lamentado su muerte. La
ingratitud frente a quienes sacrificaron sus vidas por nosotros y por el pueblo
es una constante en nuestras filas. Tampoco esperamos nada sabiendo esa
mezquindad, porque tampoco nos gusta ostentar lo que hicimos. Es una cuestión
de consciencia. Si se concreta alguna iniciativa de homenaje por el 50
aniversario es una buena oportunidad para el merecido reconocimiento a este
líder del MIR.
7.
¿Hubo miembros del ELN que apoyaron
los levantamientos posteriores en Ayacucho y en la Selva de San Martín a partir
de 1980?
Orgánicamente
nosotros nos mantuvimos en suspenso aunque siempre nos hemos frecuentado para
conmemorar a nuestros compañeros. Desconozco que alguno de nosotros haya tenido
relación alguna con los movimientos de insurgencia armada posterior a Velasco
aunque sabíamos que la violencia volvería junto con el regreso del viejo
sistema político que es el que genera subversión. Nuestros tiempos fueron otros
y también nuestra manera de proceder. Cada época tiene sus propios productos
sociales.
10-03-15
En el paranapura
Victoria Navarro
fuiste una aldea llena de rocío
un poco de agua fresca iluminando las meses solitarias del mendigo
una tarde navegando en los recodos milagrosos de los ríos
tu madre te recuerda cuando jugabas con tus amigos en el campo
y con las ardillas y mariposas en el cielo
pero sobre todo cuando sembrabas girasoles en la sonrisa tierna de
(los niños
jamás pensaste en grabar tu nombre en las campanas del colegio
ni tu corazón en el pozo sombrío del olvido
sin embargo / una noche
mientras los geranios se inclinaban como perdices en la lluvia
después de haber reconocido la esperanza de los tiempos
los soldados te enterraron en las huellas más lejanas del camino
a pesar de ello y de la tristeza que nos dejaste desprendida
igual a un libro deshojado
llegas con tu voz de hierba hasta las pisadas más tibias de los zorros
señalándonos que las nubes se oscurecen en los muros
si la vida no es iluminada por los gorriones infinitos del domingo.
A
continuación, reproducimos con autorización de su autor este texto sobre la
acción revolucionaria de 1965.
OPÚSCULO SOBRE LA
INSURGENCIA GUERRILLERA PERUANA DE 1965 EN SU 50 ANIVERSARIO
1. INTRODUCCIÓN
El
siglo XX fue pletórico de grandes acontecimientos en el mundo y de muchas
proezas. Fueron muchos los grandes progresos científicos y tecnológicos como
también, los logros de las luchas sociales contra el sistema de dominación
capitalista. La humanidad pasó por sucesos de efervescencia de la ideología
socialista, luchas sangrientas del proletariado por la jornada de las ocho
horas y el sindicalismo, dos guerras mundiales capitalistas, la revolución
bolchevique, luchas de liberación colonial subsistentes en África y otros
lugares, el crecimiento del bloque de países socialistas y su posterior
disolución, etc.
En
el continente asiático se registró el triunfo de la revolución china y la
derrota militar de EE UU en Vietnam. En América Latina, la lucha guerrillera
sandinista contra la ocupación yanqui de Nicaragua, la revolución mexicana, la
revolución boliviana, el triunfo de la Revolución Cubana y su expansión
revolucionaria en la región. Estos son solo algunos hitos históricos de la
lucha revolucionaria mundial en el siglo pasado.
La
humanidad puede disfrutar ahora de muchos beneficios científicos, tecnológicos
y sociales aún a costa de la explotación del hombre por el hombre, pero también
logros de la creatividad humana y la capacidad de lucha de los trabajadores.
Muchas vidas han sido sacrificadas para lograr el seguro de salud, libertad de
opinión, jubilación, vacaciones, gratificaciones, sufragio universal, derechos
femeninos, derecho a la tierra, libertad sindical y muchos otros derechos que
han quedado establecidos en la jurisprudencia internacional.
Todos
estos grandes acontecimientos mundiales repercutieron en nuestro país cuya
historia en el siglo XX también está marcada por las luchas heroicas de nuestro
pueblo contra el sistema de explotación capitalista, contra el poder feudal y
la oligarquía terrateniente. Los movimientos estudiantiles, la organización
sindical urbana y rural y el surgimiento de partidos políticos revolucionarios,
también dejaron huellas históricas.
Quienes
no han vivido las dramáticas jornadas de lucha, ignoran el sufrimiento de tener
que pasar por persecuciones, torturas, destierros, prisiones y demás abusos
represivos hasta perder la vida en muchos casos. Es incalculable, la cantidad
de sacrificios que los luchadores sociales les han ahorrado a las generaciones
posteriores, las cuales han encontrado ya el camino allanado. Lo que hagan los
luchadores sociales de ahora, servirá también para la posteridad.
En
1932, militantes de base del Partido Aprista Peruano, contraviniendo a su
cúpula, optaron por la insurrección armada en el norte del Perú bajo los
ideales revolucionarios por un gobierno popular justiciero y contra el
imperialismo yanqui. A la victoria militar inicial de los revolucionarios,
siguió la cruenta represión con bombardeos, fusilamientos y persecuciones, pero
esta gesta volvió a rebrotar en 1965, bajo otras condiciones.
A
mediados del siglo pasado, persistían en nuestro país las estructuras de
dominación virreinal. La aristocracia colonialista seguía manteniendo su poder
en la república sin permitir la liberación de la población colonizada. En la
serranía y pueblos del interior del país, el señor feudal o “gamonal”, imponía
su poder en contubernio con las autoridades religiosas, judiciales y
policiales.
En
la capital de la república y la costa, la aristocracia terrateniente erigió un
super poder económico y político. Acapararon los negocios en todos los sectores
económicos conformando conglomerados empresariales en alianza con
inversionistas extranjeros. Así levantaron un imperio oligárquico con intereses
en la agricultura, industria, minería, transportes, comunicaciones, banca,
prensa, comercio y otros rubros.
Pero
además, capturaron la administración del país ejerciendo directamente su
dominio en el poder ejecutivo, legislativo, electoral, judicial y en todos los
organismos de control estatal. La oligarquía tenía el poder absoluto sobre
nuestra patria. Los oligarcas eran los dueños del Perú.
Contra
ese poder y sus arbitrariedades hemos tenido que luchar reclamando derechos
democráticos aun cuando se tuvo que soportar brutales represiones incluyendo
pérdida de vidas humanas. En la misma época y en otros países, los líderes
sociales latinoamericanos también se enfrentaban a las dictaduras más atroces
sufriendo crímenes y barbaries represivas.
Finalizada
la década de 1950, la insurgencia armada que se desarrollaba en Cuba contra la
dictadura de Fulgencio Batista obtuvo la victoria militar y el movimiento
guerrillero al mando de Fidel Castro, asumió el poder iniciando en 1960 una
revolución socialista mediante reformas estructurales en beneficio del pueblo
cubano.
Así
como la revolución bolchevique repercutió en nuestro país con el surgimiento de
partidos políticos populares y revolucionarios, la triunfante revolución cubana
también motivó en nuestro país, el surgimiento de nuevas opciones políticas
acordes con la época: Surgieron así, entre otras organizaciones sociales, el
Frente de Liberación Nacional- FLN, el Movimiento Social Progresista y otros
movimientos sociales que cuestionaban el entreguismo de nuestros recursos
naturales y defendían la revolución cubana.
La
onda revolucionaria se impregnó como ala izquierdista del partido Acción
Popular y también del partido Demócrata Cristiano. El Partido Aprista por el
contrario, al claudicar abiertamente de sus principios primigenios, virando
hacia la derecha, generó un movimiento de repulsa entre sus militantes
revolucionarios. Una facción se separó con el nombre de “Apra Rebelde”
expresando su disconformidad con las artimañas de la vieja dirigencia adicta al
acomodo con la oligarquía.
Los
logros de la Revolución Cubana acrecentaron el ánimo revolucionario en nuestro
país. En los claustros universitarios resaltaba el fervor por dicha revolución.
El debate ideológico era intenso comparando la realidad peruana con la cubana y
se enarbolaban las banderas de la recuperación de los recursos naturales en
manos extranjeras, la reforma agraria, reforma urbana y otras demandas
populares.
Por
entonces, un sector de la iglesia cristiana también se puso del lado de los
trabajadores y generó una corriente ideológica hacia la teología de liberación.
El sacerdote colombiano Camilo Torres proclamaba que para asegurar la justicia
social, los cristianos tenían la obligación de participar en la lucha armada.
Este sacerdote caería combatiendo en la guerrilla de su país por ese ideal. En
el Perú, un sacerdote era líder del Frente de Liberación Nacional. La iglesia
católica promovía el sindicalismo. El movimiento estudiantil cristiano hacía
trabajo político entre obreros y campesinos.
EE.
UU. consideraba que la revolución cubana era un mal ejemplo para los otros
países bajo su dominio dando por ello, órdenes de romper relaciones
diplomáticas con Cuba. Así lo hicieron nuestros gobernantes además de quemar y
prohibir libros supuestamente “comunistas” y hacer redadas policiales para
encarcelar a los “castristas”.
Contra
todo este “Estado de Derecho” oligárquico luchaba el pueblo peruano de aquella
época. Las movilizaciones campesinas por la recuperación de sus tierras
arrebatadas por los terratenientes se hacían más frecuentes. En todos los
círculos políticos se admitía la necesidad de una reforma agraria. EE. UU.
también propugnaba una reforma agraria modernista a fin de contrarrestar la
influencia de la Revolución Cubana, lanzando para ello el programa “Alianza
para el Progreso”.
La
oligarquía, teniendo bajo su dominio a los partidos políticos gobernantes
lograba que toda ley de reforma agraria fuese saboteada tergiversando sus fines
y solo aplicable a tierras del Estado, tierras en “abandono” y zonas marginales
pero en todo caso, de manera gradual a largo plazo.
Entre
los grupos políticos de izquierda se debatía sobre si existían las condiciones
objetivas y subjetivas para iniciar la lucha armada en el Perú. Mucho se
especulaba pero no se pasaba a la acción. El bloque socialista mundial estaba
dividido por posiciones encontradas entre los líderes soviéticos y sus pares
chinos acusándose mutuamente de revisionistas y aventurerismo. Esta
discrepancia se repetía en nuestro país y aparecieron los grupos pro chinos y
pro soviéticos que estaban por la coexistencia pacífica con el imperialismo.
Gobernaba
por entonces, el oligarca aristocrático y dueño del diario “La Crónica”, Manuel
Prado Ugarteche del partido civilista, enemigo del aprismo. Este había sido
ungido a la presidencia con el apoyo del partido aprista peruano para el
periodo 1956- 1962 llamándose a su gestión como el gobierno de la “convivencia”
de ambos partidos. El primer ministro era el terrateniente y dueño del diario
“La Prensa” Pedro Beltrán Espantoso.
Estaban
próximas las elecciones políticas de 1962 y los partidos políticos preparaban
sus programas más atractivos incluyendo promesas de reforma agraria. Algunos
partidos de izquierda también participaban con sus candidatos en discrepancia
con los partidarios de la lucha armada.
Los
trotskistas resolvieron constituir el grupo político “Frente de Izquierda
Revolucionaria- FIR” y se fueron al campo a promover sindicatos campesinos como
vía al socialismo. Hugo Blanco desarrolló la agitación sindical en el Valle de
La Convención pasando a las acciones de fuerza mediante invasiones de tierras.
Por
su parte el Apra Rebelde resuelve asumir la ideología marxista y toma más tarde
en marzo de 1962, el nombre de “Movimiento de Izquierda Revolucionaria- MIR”
decidiéndose por la opción de la lucha armada bajo el liderazgo de Luis De la
Puente Uceda.
2. LA GENERACIÓN
REVOLUCIONARIA DE LA DÉCADA 1960
En
aquellos años, muchos líderes socialistas latinoamericanos acudían a los actos
celebratorios de la Revolución Cubana comprobando sus beneficios y el fervor
popular, lo cual despertaba en ellos el deseo de hacer lo mismo en sus
respectivos países. La juventud estudiantil peruana se ilusionaba con una
revolución similar.
A
fines de 1961 llegó la noticia de que la Revolución Cubana otorgaba becas de
estudios universitarios a jóvenes peruanos de bajos recursos, por intermedio de
la Federación de Estudiantes del Perú. En Abril de 1962 los becarios tuvieron
que salir por Arica al estar cortadas las relaciones diplomáticas con Cuba.
En
la isla, los estudiantes peruanos quedaron impactados por el fervor
revolucionario de aquellos días. Ver a los milicianos y milicianas andando
armados por las calles, hablando de la revolución era un espectáculo inusual
para nosotros. Había retratos y postales de todos los líderes guerrilleros que
admirábamos con mucho fervor. Con gran entusiasmo remitíamos cartas a nuestros
padres informándoles las maravillas de la revolución cubana, sin saber que esas
misivas nunca llegarían a destino al ser interceptadas.
Las
visitas a la Universidad de La Habana eran muy alentadoras ya que hasta las
mujeres que habían trabajado en servicio doméstico podían estudiar medicina. El
domingo 24 de abril, Fidel nos visitó por segunda vez y las vecinas del barrio
corrieron a abrazarlo con mucho cariño. Nos sentamos en el piso como él, para
conversar sobre la revolución cubana, los estudios universitarios y sobre la
situación en el Perú. Nos dejó la alternativa de ayudar si estábamos dispuestos
a luchar por la revolución en nuestra patria.
El
entusiasmo nos embargó a muchos, pero había que pasar una primera prueba
subiendo a toda marcha al cerro más alto de Cuba –“El Turquino”–, para luego
bajar a “la Sierra Maestra” y recorrer los ex campamentos guerrilleros. Algunos
fueron quedando en el camino por incapacidad física. El laureado poeta Javier
Heraud hacía esfuerzos por ayudar a sus amigos escritores a continuar la
caminata pero algunos desistieron.
Los
que logramos pasar la primera prueba nos alistamos decididamente para iniciar
la lucha armada en nuestra patria con miras a una revolución socialista, previa
preparación político militar. En nuestro centro de adiestramiento recibíamos
instrucciones sobre estrategia y tácticas alternando incursiones al monte con
mochila y armamento.
En
plena preparación, ocurrió la crisis que enfrentó a Estados Unidos con la Unión
Soviética por la presencia en Cuba de cohetes nucleares teledirigidos. La
alarma mundial por una posible tercera guerra mundial empezó a rondar y el
peligro de invasión a la isla era inminente. Manifestamos nuestro deseo de
integrar una brigada internacional para intervenir en la guerra en defensa de
Cuba. No fue necesario. Los cohetes fueron retirados negociándose la seguridad
de la revolución cubana.
Así
trascurría nuestro entrenamiento hasta que en septiembre de 1962 fundamos el
“Ejército de Liberación Nacional- ELN”, en una votación en la que hubo varias
propuestas. Ignorábamos que entre nosotros había también algunos jóvenes del
MIR que se preparaban con nosotros y calladamente participaron de la fundación.
Solo tiempo después nos dimos cuenta cuando al final de la preparación se
separaron del grupo. De ellos, Pedro Pinillos murió combatiendo en la guerrilla
comandada por Guillermo Lobatón en la selva central, en tanto que Ricardo Gadea
de la organización urbana del MIR, sobrevivió.
En
las postrimerías de nuestra preparación empezaron a llegar otros compañeros
peruanos entrenados en otros lugares que se integraron al grupo. Entre estos,
Alaín Elías, Héctor Béjar y Abraham Lama, quienes por ser de más edad y con
mayor trayectoria política asumieron la dirección del grupo bisoño. El “Che”
había manifestado su simpatía por nuestro grupo por lo cual los muchachos
decían que era nuestro padrino sin pensar en lo que ocurriría después.
Por
voluntad propia decidimos organizamos en dos pelotones destinados a iniciar
operaciones en Perú. Uno se dirigiría a Pasco donde la efervescencia de las
luchas campesinas era muy alta en aquellos días y otro con destino al Valle de
la Convención donde suponíamos había ya un grupo guerrillero (Ignorábamos que
no era tal).
3. RUMBO A PUERTO
MALDONADO
En
los primeros días de 1963 empezamos a viajar por diferentes vías para
reencontrarnos en Bolivia como paso previo a nuestra incursión al Perú. El
comando manejaba los detalles de la operación y los demás no preguntábamos a
fin de evitar indiscreciones y no exponer riesgos a la misión en caso de ser
apresados y torturados.
Mientras
tanto, en la escena nacional se habían cumplido las elecciones de 1962 con tres
principales candidatos a la presidencia: Víctor R. Haya De la Torre, Fernando
Belaunde y Manuel A. Odría. Ninguno alcanzó el tercio requerido y entre
acusaciones de fraude se produjo un golpe militar que convocó a elecciones para
el año siguiente. Con estas miras, los grupos políticos incluyendo de izquierda
estaban empeñados en participar en las campañas electorales nuevamente.
Nuestro
reagrupamiento en Bolivia, la organización de la ruta de ingreso, la
adquisición de armamento y pertrechos, ropa de campaña, logística, corrieron a
cargo del comando de nuestra agrupación con la ayuda del Partido Comunista
Boliviano y a inicios de mayo de 1963 estábamos ya atravesando la selva
boliviana rumbo a Puerto Maldonado. La ruta fue dificultosa y tensa al tener
que recorrer pueblos y ríos sin despertar sospecha.
El
último tramo fluvial fue por el río Manuripi y algunos iban cantando “Por los ríos y montañas, guerrilleros libres
van, los mejores luchadores, del campo y de la ciudad. ¡Abajo el imperialismo!
Viva la Revolución”. Éramos sesenta muchachos en dos grupos de treinta
dispuestos a luchar por una causa noble, sin reparar en los graves peligros que
nos acechaban.
Seguimos
por un sendero que nos acercó a la frontera. En toda la travesía nos había
acompañado como guía el “camba” Julio Luis Méndez Corne- “Ñato”, miembro del
Partido Comunista Boliviano. (Su muerte estaba reservada para 1967 combatiendo
en la guerrilla del “Che” cuando ya salvaba el cerco militar de la quebrada del
Churo- La Higuera).
Nuestra
columna guerrillera se abría paso bajo la sombra de una jungla silenciosa. Tras
la escuadra de vanguardia venía el grueso de guerrilleros. Al centro el
comando, y más atrás, la escuadra de Javier Heraud que cargaba su ametralladora
ZB30, caminando “entre pájaros y árboles”, recio como un guerrero espartano. Lejos
estaba de presagiar su súbita muerte en Puerto Maldonado cumpliendo una misión
especial.
No
éramos del partido comunista ni de otro partido político. Simplemente éramos
jóvenes patriotas, dispuestos a dar la vida luchando por una revolución
justiciera. Ya no éramos becarios que buscábamos una profesión en provecho
propio. Luchar por la sociedad estaba por encima de lo personal. Pero todo lo
habíamos dejado de lado por una causa suprema.
No
teníamos líderes pre definidos ni definitivos porque nuestra posición al
respecto era que estos, deberían surgir de la misma lucha. Tampoco teníamos un
partido político porque este debería forjarse desde nuestra base social
participando en el proceso revolucionario. Por ello, nunca practicamos el culto
a la personalidad ni estuvimos atados a dogmatismos alienantes.
Al
llegar a la frontera recibimos la mala noticia de que la ayuda peruana
comprometida para llegar a nuestros destinos operativos había sido cancelada
dejándonos colgados en plena selva desconocida para nosotros. Esta
inconsecuencia traicionera de último momento, por oportunismo electorero, nos
puso en una situación crítica, pues no tendríamos los guías ni la organización
de apoyo para llegar a los destinos planeados.
El
desaliento cundió en la tropa en pugna con la intrepidez de avanzar por
nuestros propios medios. La audacia se hizo presente y resolvimos optar por un
operativo arriesgado. Un comando de guerrilleros con capacidad de conducir
vehículos se infiltraría cruzando la frontera para regresar con camiones en
supuesta “campaña electoral” los cuales abordaríamos para continuar nuestra
misión.
Fueron
comisionados Abraham Lama, Alaín Elías Caso, Javier Heraud Pérez, Manuel
Cabrera Valenzuela, Mario Rodríguez Mesía y Edilberto Márquez Núñez. Partieron con
la orden de evadir Puerto Maldonado y salir a la carretera directamente.
Sucedió todo lo contrario y fueron detectados.
Ante
la resistencia a la detención y la dispersión se produjo un confuso tiroteo.
Dos de ellos alcanzaron el río abordando una canoa de escape pero fueron
baleados estando indefensos, y no obstante las señales de rendición, fueron
acribillados a mansalva, sin conocerse todavía de quienes se trataba. Ellos
eran Alaín Elías que quedó mal herido y Javier Heraud quien perdió la vida aquel
infausto 15 de mayo de 1963.
A
Javier, la oscuridad le llegó estando en el seno del río Madre de Dios y su
“Elegía” se hizo realidad aquel día. “El Viaje” fue el último y terminó en “El
Río” que era su otro yo.
“Yo
no me río de la Muerte.
Sucede
simplemente,
que
no tengo miedo de morir
entre
pájaros y árboles.
Así
sucedió como en el verso. Javier Heraud fue abatido y el impacto de su
inmolación tocó las fibras más sensibles de la sociedad peruana. Su sangre
derramada, romántica y guerrillera, se expandió como pétalos de flores que el
pueblo ha recogido de mil maneras, estampando su nombre en las promociones
estudiantiles, en calles, plazuelas, centros de educación pública, pueblos
marginales, etc., sin que los opresores pudieran evitarlo.
Doblaron
las campanas en el silencio del monte y sentimos el profundo dolor de su
inesperada muerte que, para su madre, debió ser como un lanzón al corazón. Ella
lo creía estudiando cinematografía en Cuba. Nuestros padres, al escuchar las
noticias, rogaban al cielo para que no estuviéramos en las mismas andanzas.
Ese
mismo mes, las fuerzas represivas acudieron al Valle de La Convención en el
Cusco, para sofocar las invasiones de tierras y capturar al líder Hugo Blanco
Galdós quien fue hecho prisionero pero su prestigio popular se incrementó tras
haber pasado a la acción revolucionaria con su consigna “Tierra o Muerte”. Su
labor sindical pese a las limitaciones, sin embargo contribuyó a crear
conciencia nacional de la necesidad de hacer justicia social en el campo.
4. UN PASO ATRÁS Y DOS
ADELANTE
Alertados
por los sucesos de Puerto Maldonado, era inminente que los dos ejércitos de los
países fronterizos salieran a la búsqueda y exterminio de nuestro grupo.
Tuvimos entonces que replegarnos diseminándonos en la selva boliviana para
reagruparnos nuevamente e intentar otra vía de acceso. Para evadir la
persecución tuvimos que seguir rutas inusuales y cruzar selva virgen a campo
traviesa.
Pese
a ello, podríamos decir que la operación frustrada en Puerto Maldonado evitó
mayor derramamiento de sangre y muerte segura de muchos de nosotros que
románticamente creíamos que la travesía en campo peruano sería fácil. Lo que
vino después, fue dramático e hizo ver a muchos que la guerra de guerrillas era
un sacrificio inmenso de gran coraje para arriesgar la vida por un ideal.
Agotadas
las provisiones hicimos la retirada a marchas forzadas abriéndonos camino con
intrepidez, pasando muchas peripecias, hambre y sed extrema que ponían a prueba
nuestras convicciones y fortaleza revolucionaria. Sobrevivíamos de lo que
podíamos arrancar a la naturaleza. El “Ñato” nos enseñó a pescar pirañas con
solo un trapo rojo, otras veces encontrábamos castañas, aves salvajes, monos,
tortugas y lagartos con los que lográbamos recuperarnos.
Cierta
tarde, tras caminata agotadora estábamos sedientos pero al llegar a un pajonal
divisamos una poza de agua sobre la cual nos lanzamos para beber. Grande fue
nuestra sorpresa al encontrarla ocupada por una gran serpiente “yacumama” de
unos quince metros. La sed era desesperante y resolvimos dispararle para
acceder al agua, a lo que nuestro guía el “Ñato” se opuso rotundamente por el
peligro de que nos barriera con la cola como reacción de supervivencia.
Tuvimos
que proseguir nuestro rumbo aguantando hambre y sed. Al acampar, lográbamos
escuchar por las noches lejanos tambores de guerra de tribus salvajes mientras
hacíamos de centinelas soportando en todo momento a los mosquitos que nos
trasmitían el mal de la uta (leishmaniasis).
Poco
a poco fuimos alejándonos del peligro hasta llegar a algunos pueblos ribereños
en los que podíamos pasar desapercibidos para continuar viaje vía aérea hacia
Cochabamba y La Paz. Los que quedamos al final, proseguimos por ríos navegables
acampando en sus playas donde podíamos alimentarnos con huevos de tortugas de
río que, en abundancia salían por la noches a depositar unos 40 huevos cada
una.
Así
logramos escapar de todo, pero el impacto de la experiencia vivida diezmó la
moral de los más débiles que optaron por no continuar. La policía boliviana
detectó nuestra presencia en la ciudad y algunos tuvieron que fungir de
asilados políticos. Había que empezar de nuevo reorganizándonos para planear
nuestro ingreso al país y preparar nuestro alzamiento con mayor eficacia.
5. LA SEGUNDA
INSURGENCIA
Así
llegamos a 1964 en que logramos trasladarnos a nuestro país, explorar posibles
zonas para el foco guerrillero, conseguir armamento, preparar la red urbana,
hacer vida clandestina, convocar nuevos contactos en diversas zonas del país,
reclutar a los más decididos y organizar la logística. Quienes habían estado
involucrados en los sucesos de Puerto Maldonado, salieron de prisión pero ya no
quisieron alzarse en armas.
Recorrimos
los valles selváticos del Cusco y Ayacucho, decidiéndonos por una zona entre el
río Apurímac y el Pampas, con acceso a la selva de La Convención. La ventaja
era de que, uno de los nuestros era miembro de la comunidad de Chungui cercana
a nuestro campamento inicial en la selva de Chinchibamba. Tenía amplio
conocimiento de la geografía zonal, hablaba el idioma de los lugareños y tenía ascendencia
en la comarca. Entre tanto, miembros del Partido Leninista del Perú se
integraron al grupo como simples soldados.
Ya
el 7 de febrero de 1964, Luis de la Puente, en su discurso de la Plaza San
Martín había manifestado: “Ha pasado la hora de la economía capitalista
perfeccionadora de la explotación del hombre por el hombre. La burguesía
peruana llega tarde a la historia. Ella no es dueña ni de su propio mercado.
Tan solo las masas que no tienen interés en seguir manteniendo ningún régimen
de explotación serán capaces de enfrentarse a la oligarquía y al imperialismo
hasta las últimas consecuencias. Esta es la hora de los pueblos. Esta es la
hora de iniciar el camino hacia el socialismo.”
En
las Tesis políticas del MIR publicadas en marzo de 1964, se leía: “Ante este
destino claro e inapelable de la burguesía, del gobierno y del régimen, no cabe
equívoco de parte de las fuerzas de izquierda. Ellas deben prepararse para no
dejarse sorprender sino quieren también ser arrastradas por la tormenta. Ellas
deben prepararse para cumplir su destino histórico. Y no hay mejor manera de
prepararse que planteándose desde ya la tarea suprema, la tarea definitiva de
la lucha por la toma del poder”.
Tras
estos planteamientos el MIR anunció al país en el verano de 1965 que se alzaba
en armas, lo que obligó al Ejército de Liberación Nacional-ELN, a apresurar
nuestra subida al monte antes de que la represión nos lo impidiera. Lo hicimos
en abril dando a nuestra guerrilla el nombre de “Javier Heraud”.
A
cargo de la red urbana quedó Juan Pablo Chang Navarro-Lévano- “Francisco”,
quien hizo una gran labor política en el sector estudiantil y organizaciones de
trabajadores. Puso en circulación el periódico “Masas” y otras publicaciones,
además de su labor de reclutamiento.
Una
parte de los que hicieron la travesía en la selva boliviana en 1963, optaron
por no continuar y otra parte prefirió seguir pero solamente en la red urbana.
Otro grupo estaba en Cuba recibiendo entrenamiento. Militantes leninistas
dejaron familia y todo para alistarse como combatientes en la guerrilla aunque
les faltaba preparación militar pero asumieron las consecuencias.
Así
lo hizo el dirigente sindical obrero Luis Zapata Bodero -“Hernán”, y el
dirigente político Guillermo Mercado León- “Rosendo”. Estos se integraron a la
guerrilla conformada por los combatientes provenientes de grupo original del
ELN: Héctor Béjar Rivera- “Cali”, el poeta Edgardo B. Tello L. –“Cuyac”,
Milciades Ruiz Rojas- “Capac”, Jorge Toque Apaza-, César Pareja “Dumbo”, José
Bernabé Gurrionero Castro – “Atito”, Hermes Agapito Valiente Granados-
“Moisés”, Hugo Ricra Corrales- “Conti” y tres más que más tarde desertarían.
A
ellos se sumaron los revolucionarios ayacuchanos Edgar De la Zota “Fermín” y
Edwin García. Este último, había puesto a disposición de la guerrilla su fundo
agrícola en las orillas del río Pampas que nos servía de refugio y
abastecimiento. Se retrasó en incorporarse a la guerrilla y cayó prisionero
antes de alzarse con los peligros que ello implicaba.
Guiaban
nuestro accionar cinco objetivos y dos métodos. Gobierno socialista Obrero
campesino como expresión democrática del pueblo en armas, Revolución Agraria,
Nacionalización de Recursos Naturales confiscando y expulsando a las empresas
extranjeras que se nieguen a acatar las leyes revolucionarias, Soberanía
Nacional sobre la base de la independización económica y solidaridad con todos
los pueblos oprimidos.
Los
métodos: Lucha armada para la toma del poder y Unidad Popular. La nueva
democracia socialista tendría que ser fruto de las decisiones del pueblo en
armas dentro de una nueva institucionalidad emanada de la nueva organización
ciudadana. Unidad de acción con nuestra base social desde el inicio de la lucha
para generar la organización popular de gobierno en la nueva democracia
socialista.
Estando
ya bajo el gobierno de Belaunde, sometido por la oligarquía, chantajeado por la
embajada norteamericana y entrampado por la coalición “Partido Aprista/Unión Odriísta”
que controlaba el poder legislativo, miles de campesinos en diversas regiones
de la sierra continuaban invadiendo los latifundios de los terratenientes,
tomando las tierras que les fueron arrebatadas en el pasado con la consiguiente
represión que teñía de sangre los campos.
El
9 de junio de 1965, la guerrilla “Túpac Amaru” del MIR comandada por Guillermo
Lobatón y Máximo Velando, tomaron por sorpresa la mina “Santa Rosa” en la
sierra de Junín iniciando la lucha armada en el centro del país. Varios puentes
fueron volados para proteger la retirada de los combatientes. Tomaron el puesto
policial de Andamarca y las haciendas Runatullo, Punto, Armas, Alegría. El 27
de Junio, derrotan a una patrulla policial en Yahuarina capturando numerosas
armas y pertrechos militares.
Los
combates siguieron en Púcuta del 1 al 3 de agosto, en que se retiran hacia
Intiyalamuy (Sol Naciente), el campamento guerrillero. Los valerosos
combatientes se replegaron hacia la selva para seguir resistiendo el asedio los
siguientes meses, con gran coraje y heroísmo.
Desde
su campamento de “Mesa Pelada” en La Convención -Cusco, Luis De la Puente
Uceda, al mando de la guerrilla “Pachacútec” convocó al pueblo peruano a
levantarse en armas por la auténtica liberación. El Septiembre, el ejército
enemigo cercó el campamento de los guerrilleros del MIR y empezaron los
combates. El 23 de Octubre, según comunicado de las fuerzas armadas, en el
combate de Amaybamba fueron abatidos Luis de la Puente, Rubén Tupayachi, Paúl
Escobar, Edmundo Cuzquén, Agustín Marín, Hugo Soto, Benjamín Quispe y otros.
Por
su parte la guerrilla “Javier Heraud” del Ejército de Liberación Nacional- ELN,
se movilizaba reconociendo el terreno antes de iniciar las acciones bélicas.
Poco a poco nos fuimos acercando a nuestra base social rompiendo la
desconfianza y el temor inicial del campesinado. Aunque en vez de mochilas
usábamos el “Qqepi” o manta, a la usanza ayacuchana, no dejábamos de ser
“mistis” para los campesinos, en actitud defensiva tras siglos de abuso del
blanco colonialista y republicano.
Conforme
avanzaba el trabajo político, la desconfianza se iba disipando. Dábamos muestra
de nuestra solidaridad con ellos y curábamos a sus enfermos con la poca
medicina que llevábamos. Se convencieron de que no éramos sus enemigos sino sus
aliados. Ya no éramos “papai” y nos comenzaron a llamar “hermano”. Eran ellos
los que nos buscaban y llevaban alimentos y por más que evitamos ser ubicados
lograban seguir nuestras huellas en el monte.
Pero
nuestra guerrilla era móvil y siempre estábamos en marchas forzadas. Nuestras
necesidades tácticas nos hacían ascender hasta la cordillera a 4,500 m.s.n. m.
y bajar a nuestra zona de escondite transitando de noche, soportando el frío
que calaba los huesos y las lluvias de altura que bañaban nuestro cuerpo sin
poder acampar hasta llegar a zonas de refugio. No hay zapato que resista
subiendo y bajando entre cordillera y selva con los caminos anegados pero era
parte de la vida cotidiana a la que teníamos que acostumbrarnos.
No
es fácil habituarse al sacrificio diario en los días iniciales de la guerrilla
hasta lograr la supervivencia táctica, escapando a toda prisa del peligro para
poder sobrevivir, sufriendo extremos de hambre, sed, frío, sin derecho a enfermarse,
cargando armamento y municiones. La moral combativa sufre y las convicciones
flaquean. Es así como, el hombre base de nuestro grupo, el que conocía la zona
y hablaba el idioma del lugar, de pronto desertó dejándonos en fatal
desventaja.
Habiendo
perdido nuestro guía geográfico hubo mayor necesidad de explorar para tener
rutas de escape pero otros dos desertaron. No obstante, aun con las bajas
mencionadas iniciamos las intervenciones de justicia que dio por resultado la
huida de los gamonales odiados por los campesinos. Solo uno de los hacendados
que era oficial retirado del ejército nos recibió a balazos en la hacienda
“Chapi”, no dejándonos otra opción que abatirlo.
Hubo
algarabía entre los campesinos de la zona por la acción justiciera de la guerrilla.
El ELN había logrado una fabulosa compenetración con su base social, el
campesinado. Pero este, imprudentemente mostraba sus simpatías haciendo caso
omiso a nuestras advertencias del peligro que corrían, lo que más tarde les
costaría la vida a muchos. No guardar el secreto fue fatal.
Mientras
tanto en el Parlamento la alianza política contra natura del aprismo con el
odriísmo aprobó sin mayor trámite la pena de muerte para los guerrilleros y sus
colaboradores. Pero también, el ejército enemigo se concentró en nosotros
después de haber reducido las guerrillas del MIR.
El
desconocimiento de la zona para movilizarnos con seguridad fue nuestra mayor
debilidad. Estábamos obligados a explorar para conocer la zona al detalle pero
a costa de dispersarnos perdiendo poder de fuego. Las fuerzas represivas
llegaron a la zona y empezó el baño de sangre ensañándose con los campesinos y
sus familias.
Los
comuneros de Chungui estuvieron apoyándonos desde el comienzo. Les advertimos
del peligro que corrían pero no se cuidaron. Nemesio Junco un campesino de
Soccos que estaba identificado con la guerrilla y nos ayudaba siempre en
nuestro recorrido por el río Pampas fue capturado, torturado y fusilado y lo
mismo hicieron con Juan Morales Villena y el adolescente Pedrito Ayuque que fue
el primero en integrarse a la guerrilla.
Igual
suerte corrieron los comuneros de Chungui: Urbano Tello Bellido, Gualberto
Berrocal Piñarayme, Celestino Valencia Tello, Constantino Valencia Tello,
Víctor Livio Valencia. En la hacienda Muyocc fueron igualmente ejecutados los
campesinos Julio Oscco, Víctor Soriano, Alejandro Gómez y Alejandro Acuña. Pero
además fueron perseguido capturados y eliminados campesinos colaboradores de
otras zonas desatándose un clima de terror porque muchos inocentes fueron
ejecutados pese a los alegatos y ruegos.
Rondaba
el fantasma de la delación y la traición que, sumados a nuestro exceso de
confianza nos expuso al desastre. Nuestro campamento fue cercado cuando algunos
estaban explorando. Alguien condujo a las tropas enemigas a nuestro campamento
y de improviso empezaron los enfrentamientos con nuestro grupo en la tarde del
17 de diciembre de 1965.
La
diferencia en armamento era enorme. No obstante, el poeta revolucionario
Edgardo Tello Loayza –“Cuyac–, el joven estudiante aimara Jorge Toque Apaza y
el becario arequipeño César Pareja, combatieron hasta morir para cubrir la
retirada de sus compañeros.
Los
combates continuaron el 24 de diciembre, cayendo Guillermo Mercado León –
“Rosendo”– que era un combatiente de gran trayectoria política. En la mañana
siguiente ocurrió un combate en que el becario Hugo Ricra Corrales –“Conti”–
recibió un balazo en el omóplato que lo desbarrancó mortalmente.
El
27 fue capturado en las alturas de Oxamarca Luis Zapata Bodero –“Hernán”–,
dirigente sindical obrero. Lo torturaron hasta el cansancio para arrancarle
secretos guerrilleros. Al no lograrlo le mostraron las pertenencias de sus
compañeros caídos, conmoviéndolo de tal manera que no pudo contener el llanto
fraterno. Fue ejecutado extrajudicialmente el 3 de enero siguiente. Hubo un
combate la noche del primer día del año 1966, cayendo el estudiante liberteño
José Bernabé Gurrionero Castro, junto con el obrero sindicalista Hermes Agapito
Valiente Granados, “Moisés”.
Informes
confidenciales daban cuenta que el revolucionario ayacuchano Edwin García,
quien había caído preso antes de iniciar las acciones fue arrojado a la selva
desde un helicóptero el 30 de diciembre de 1965 después de ser torturado. En la
continuación de la lucha fue capturado en Lima el estudiante arequipeño
Fortunato Silva Sánchez (1967), de la red clandestina urbana. Fue ejecutado
extrajudicialmente, muriendo estoicamente sin revelar secretos de nuestra
organización ni delatar a nadie.
Estos
luchadores de la patria no tienen tumba, ni reconocimiento a su inmolación como
muchos otros héroes del pueblo. Pero tienen un gran monumento en la memoria de
nuestro pueblo y en historia de la lucha revolucionaria de nuestra patria.
6. EL TERCER INTENTO
La
dispersión de nuestra guerrilla sucedía en momentos en que el jefe de nuestra
red urbana, Juan Pablo Chang, estaba de viaje para participar en la histórica
Conferencia Tricontinental de La Habana de enero de 1966. Ignoraba todo lo que
venía sucediendo en la zona de combate por lo que, recibió con entusiasmo la
decisión del “Che” de venir a integrarse a nuestra guerrilla.
Estando
de incógnito el “Che” se despidió de la Tricontinental mediante carta en la que
lanzaba la consigna de “Crear uno, dos, tres, muchos Vietnam”, como estrategia
de lucha mundial contra el imperialismo. Se hicieron los preparativos para el
viaje clandestino del Che al Perú, mientras por otro lado Juan Pablo Chang
retornaba al país para organizar la incorporación de dicho líder internacional
a nuestra guerrilla.
El
Che tuvo que sortear las dificultades de su recorrido clandestino rumbo al
Perú. Pero nuestra guerrilla estaba diezmada y dispersa por lo que no había
garantías de que pudiéramos trasladar al Che a la zona de alzamiento. Se tuvo
que cambiar planes abriendo un nuevo foco en la selva de Puno a la que era más
factible que pudiera llegar el Che con la seguridad requerida. Se trabajó de
inmediato y se organizó todo para tal efecto.
No
obstante, ante la incertidumbre sobre las condiciones en Perú, el Che se
detiene en Bolivia y toma más tarde la alternativa de organizar un foco
guerrillero en este país, con el mismo nombre de nuestro movimiento, y con
algunos de nuestros integrantes que venían de prepararse en Cuba. La campaña
guerrillera del “Che” en Bolivia duró hasta Octubre de 1967.
Murieron
combatiendo en la guerrilla del ELN boliviano al mando del “Che” nuestros
compañeros Juan Pablo Chang Navarro-Lévano- “Francisco”, Lucio E. Galván
Hidalgo- “Eustaquio”, encargado de las comunicaciones y Restituto José Cabrera
Flores –“Negro”, médico de la guerrilla. En la red urbana de este histórico
movimiento en Bolivia sobrevivió nuestro compañero Julio Dagnino Pacheco-
“Sánchez” corriendo todos los riesgos de su misión revolucionaria.
Tras
la muerte del “Che” y el descubrimiento del foco guerrillero en la selva del
Tambopata – Puno, por documentos capturados junto al diario del “Che”, se tuvo
que postergar el inicio de operaciones allí, pero al año siguiente Belaunde fue
depuesto de facto por un grupo militar encabezado por el General Juan Velasco
Alvarado. El gobierno militar asumió parte de nuestras banderas, favoreciendo
con una radical reforma agraria a nuestra base social.
En
todas las etapas de la campaña guerrillera, hubo muchos otros revolucionarios
involucrados arriesgándolo todo. El científico Dr. Zuño Burstein Alva, Jefe en
enfermedades tropicales del Hospital Dos de Mayo, nos ayudó mucho en la
clandestinidad, tanto en nuestra preparación sobre primeros auxilios como,
poniendo todo su empeño en combatir la leishmaniasis que afectaba al grupo
guerrillero.
El
empresario de logística minera Carlos Zegarra que había recibido preparación
guerrillera, tuvo a su cargo la introducción de armamento para nuestra misión,
contribuyendo también con el apoyo económico en diversas ocasiones. Así como
ellos, hubo muchos otros cuadros revolucionarios que formaron parte de nuestra
organización en diversos campos. Todos ellos, merecen el reconocimiento de la
patria y de la historia.
En
el desarrollo de todo este dramático episodio histórico destaca el liderazgo
del Combatiente en Jefe, compañero Héctor Béjar Rivera, bajo cuyo mando el
Ejército de Liberación Nacional- E.L.N. cumplió su rol revolucionario. Este
líder revolucionario llevó sobre sus hombros la gran responsabilidad histórica
de conducir la gesta guerrillera con mucho temple, entereza y valentía,
asumiendo los riesgos políticos y de su propia vida desde el mismo campo de
batalla.
Su
honestidad revolucionaria y su trayectoria consecuente, no ha sido debidamente
valorada por la mezquindad que afecta nuestro campo político. La muerte no es
un requisito para reconocer a los héroes que sobrevivieron luchando por la
patria. La historia se encargará de darle el sitial que le corresponde.
7. CONCLUSIÓN
Con
la muerte del Che en Bolivia, se cierra el capítulo más glorioso de la historia
revolucionaria latinoamericana por el socialismo en la década de 1960. En lo
que al Perú respecta, podemos decir que asumimos nuestra responsabilidad
histórica en un momento en que se presentó la oportunidad de emprender la
revolución por una patria socialista. No lo logramos pero al menos, lo
intentamos aún a costa de nuestras vidas. Si nos equivocamos, fue de buena fe.
Si perdimos, lo hicimos con dignidad. Nunca por oportunismo ni personalismo.
Tuvimos
que abrimos paso venciendo obstáculos en nuestro propio campo que nos mezquinó
su apoyo favoreciendo al enemigo. Conspiraron contra nuestro mejor desempeño el
oportunismo electorero, el egoísmo sectario y la deshonestidad política. Esta
izquierda nociva nos ha seguido criticando aún después de la campaña guerrillera
para justificar su cobardía. Ningún reconocimiento al esfuerzo desplegado.
La
lección histórica es que, a pesar de todo, forzamos cambios históricos que
vinieron luego en la década de 1970. El heroísmo guerrillero de 1965- 1967,
también estremeció la conciencia de los altos oficiales del Ejército que
encabezados por el general Juan Velasco Alvarado, comprendieron que no valía la
pena el derramamiento de sangre entre peruanos en beneficio de la oligarquía.
Ellos tomaron algunas de nuestras banderas de lucha y asumieron el poder
político para iniciar un proceso de reformas estructurales que por entonces,
cambiaron el país.
Los
guerrilleros fuimos amnistiados, se promulgó una radical reforma agraria, se
nacionalizó la explotación del petróleo y de recursos minerales expropiando a
las empresas norteamericanas. En el balance, podemos decir a favor de nuestro
haber, que contribuimos a que la oligarquía terrateniente y el gamonalismo
fueran eliminados definitivamente, liberando a los campesinos del yugo que
arrastraban desde sus ancestros tras la conquista española.
Hemos
visto llorar de alegría a recios campesinos tras liberarlos de la opresión del
amo terrateniente. Cada vez que hacíamos entrega de las tierras a los vasallos
de las haciendas por mandato de la reforma agraria, estos generalmente
explotaban en llanto emotivo y nos abrazaban como salvadores. Llegaba a su fin,
la abusiva opresión feudal que por siglos les arrebató sus tierras desde el
sometimiento del Tahuantinsuyo a una potencia extranjera.
Cuántas
humillaciones, asesinatos, violaciones a hijas y esposas de los campesinos,
carcelería, despojos, castigos corporales y abusos de toda índole, se han
evitado al impedir que el feudalismo continuara hasta ahora. Aunque la reforma
agraria fue desactivada y la contrarrevolución frustró el proceso de reformas
estructurales de la década de 1970, el Perú es ahora distinto a lo que fue bajo
el dominio oligárquico y feudal. Lo que pasó después con nuestro país es ya
conocido.
Han
transcurrido 50 años desde nuestra insurgencia armada de 1965, como también es
el tiempo que las guerrillas colombianas llevan combatiendo y cuyas organizaciones
nacieron a la par con las nuestras. Pero si comparamos resultados efectivos
podemos decir que nuestros logros, aún siendo indirectos fueron mayores y los
costos, mucho menores. Es que los procesos históricos suceden de manera
diferente en cada país.
Las
guerrillas de 1965 por una revolución socialista tuvieron corta duración pero
si comparamos costos beneficio e influencia histórica con lo hecho por la
izquierda electorera en estos 50 años, quizá tengamos que reformular nuestros
planteamientos. Las luchas de masas en protesta frente al abuso gubernamental
suelen ser más efectivas cuando se carece de poder político.
La
conclusión es que, el pueblo sumiso que solo se defiende pero no lucha, se
condena a sí mismo. Para que haya cambio, no basta el reclamo ni la protesta
pasiva. Hay que pasar a la acción revolucionaria si queremos un mundo mejor.
Los derechos ciudadanos se consiguen con la lucha aún a costa de muchas vidas y
derrotas temporales.
Los
fracasos de las luchas populares por la liberación son muchas veces precursores
del triunfo final. Por ello, no deben ser motivo de desaliento sino de
persistencia porque siempre es un paso más en el avance hacia la meta final.
La
gesta de Túpac Amaru terminó en derrota militar pero estremeció la consciencia
de liberación en toda América no solamente en aquel momento de su rebelión sino
también hasta ahora, su lucha ha quedado como un sentimiento ancestral que se
conserva entre nosotros de generación en generación porque muchas aspiraciones
aun están pendientes.
La
oportunidad histórica fue bien aprovechada por los revolucionarios
independentistas que liberaron a los virreinatos de la monarquía española y el
triunfo fue rotundo. Eso fue lo que quisimos conseguir los revolucionarios
socialistas de la década de 1960 al pretender aprovechar el momento histórico
para liberar a nuestra patria de las garras del imperialismo.
No
lo conseguimos y muchos no pudieron volver a casa. Sin embargo, pese a los
reveses, los ideales siguen incólumes y el triunfo llegará tarde o temprano.
Eso lo sabe el pueblo que, pese al tiempo transcurrido, aún flamea la insigne
figura heroica del Che y de los guerrilleros peruanos en el pensamiento, en el
corazón, en las banderas de sus luchas cotidianas.
La
revolución no es propiedad de ningún partido político. La revolución es obra
del pueblo. Esa es la condición de ser del socialismo. Nuestra formación
revolucionaria fue humanista y por ello, jamás pasó por nuestra mente el
repudiable método del terrorismo cuya tiranía es incompatible con la causa
socialista y ajena a una democracia con justicia social.
Está
claro que vivimos en una dictadura mundial que condiciona nuestras vidas y la
lucha debe continuar hasta alcanzar el triunfo anhelado. Tenemos la historia de
nuestra parte y al igual que la monarquía absoluta feneció por obra del pueblo
revolucionario, así también el sistema de dominación capitalista avanza
inexorablemente a su final en la medida que el pueblo revolucionario de ahora,
logre inclinar la balanza a su favor en la lucha por un mundo más equitativo.
El
día que se escriba la historia verdadera, los heroicos combatientes
revolucionarios de la década de 1960 tendrán el reconocimiento merecido que hoy
está proscrito en la historia oficial pero no en el corazón de nuestro pueblo.
Por ahora solo podemos decir: ¡Gloria eterna en nuestra historia, a los
combatientes revolucionarios que ofrendaron su vida luchando por la República
Socialista del Perú!
Lima,
febrero del 2015
Milciades
Ruiz
Ex
jefe del Estado Mayor
EJERCITO
DE LIBERACIÓN NACIONAL- ELN
Publicado en marzo 7, 2015
Este
homenaje estaría inconcluso, si no añadiéramos un poema de Feliciano Mejía,
dedicado al comandante Luis de la Puente Uceda. Asimismo, un texto de Márlet Ríos, el poema emblemático de Javier Heraud, "Palabra de guerrillero", un poema de Juan Cristóbal sobre Victoria Navarro (combatiente del MIR que murió a los 17 años), un hermoso poema de Mary Soto y un poema de Francisco León sobre Luis de la Puente.
AL
COMANDANTE LUIS DE LA PUENTE UCEDA
Dicen
que ha muerto.
Dicen
que lo mataron. Que vivo
lo
tomaron y en un helicóptero de la Fuerza
Aérea
del Perú, de un helicóptero
comprado
en los Estados Unidos de Norteamérica,
dicen
que se lo llevaron al aire
y vivo
lo tiraron al aire en las alturas
seguido
de una ráfaga de metralleta.
Eso
dicen.
Yo no sé.
Lo cierto es que su cuerpo
nunca se
encontró
…Que
murió, no sé…no sé…
Un día
cogió su fusil,
se caló
sus lentes circulare y arregló
sus largos
cabellos batidos por el viento.
Un día
olvidó su diploma de profesión,
cogió su
hermoso corazón rojo
y al
monte se fue preocupado y feliz.
Hermano
Luis de la Puente y compañero y camarada,
te fuiste
a la selva serrana
a
defender la risa de los niños.
Para que
el frío no ahogara los pechos
de la
madre y no matara más
de hambre
al hombre del ladrillo
y al
hombre de la siembra.
Para que
yo y mis hermanos
de lo techos
de estera, de la puna y la selva,
para que
nosotros supiéramos el sabor
de la
palabra escrita.
Para eso
te fuiste.
Con tu
fusil y el nacarado sonido
de tus
balas. Para matar
la
negrura de la noche de la Patria
americana
te fuiste. Camarada.
Dicen
que te mataron. Sonsos.
Dicen
que has muerto. ¡Sonsos!
Estúpidos
no ven
que los
hombres se unen contentos
mirando
tu palabra y tu acción.
Torpes,
no ven
cómo el
muchacho sueña, contento,
recoger
tu fusil
como
cuando se coge el
marlo
del choclo.
Dicen
que te mataron
cuando
estás hermoso y vivo:
En cada
grito de agonía
del
hombre golpeado,
del
hombre abaleado en las calles,
estás.
En cada
tumba anónimo,
en cada
cuerpo incinerado,
estás.
En cada
hombre que clama
su
puesto en el Partido
estás
En cada
hombre que pide
su
mochila, estás,
para
jamás morirte, compañero!
©Feliciano
Mejía
De:
GRITO DE LUZ
Este
poema, con muchos de otros del libro, fueron volanteados en ``HOJAS DE TIEMPO``
, con el Grupo Cultural Yuyachkani, antes de 1980.
De la revista Caretas, junio-julio de 1965. |
Guillermo Lobatón Milla |
Palabra de
guerrillero
Porque mi patria es hermosa
como una espada en el aire,
y más grande ahora y aun
más hermosa todavía,
yo hablo y la defiendo
con mi vida.
No me importa lo que digan
los traidores,
hemos cerrado el pasado
con gruesas lágrimas de acero.
El cielo es nuestro,
nuestro el pan de cada día,
hemos sembrado y cosechado
el trigo y la tierra,
y el trigo y la tierra
son nuestros,
y para siempre nos pertenecen
el mar
las montañas y los pájaros.
Javier Heraud
En el paranapura
En estos días
la vida agradece
el tímido o
furioso roce de mis botas
sobre su
húmeda y pegajosa tierra
La playa
queda descubierta en medio del río
luego de la
gran crecida
el Paranapura
está calmado
las balsas
surcan en él sin precauciones
los pájaros
cantan
y los faunos
salen a mojar su hermosa piel ardiente
Estos son
días de perdón para la inmensa estepa verde
por la calma
y por la furia
son la sal
que alimenta la sed de los caminos
terrón de
azúcar de otros tiempos
pedacitos de
hiel en medio de la primavera
Verde entre
los verdes
es el camino
que invita a detenerse
verde entre
los verdes
es mi mochila
vacía
sin la tierra
roja que levanto por las trochas
Días como el
sol suspendido y sofocante
que espía
nuestra marcha
son la tregua
de las boas
luego de ser
alimentadas
Los otros
son días sin
cerros ni apus
sin
eucaliptos ni cansancio
caminando
incesantes
mojados en el
sudor de nuestra sangre
por la calma
y por la furia
son el trueno
que espanta el vuelo de los pájaros
son el río
que crece y baja inclemente
sin respeto
por la vida ni la muerte
son días
furiosos y crispados
de sol a sol
nos persiguen
en medio de
la selva
en el filo de
esa navaja caminamos
Ahora
un alto en el
camino
frente a este
río suavecito y complaciente
solo el
Otorongo ronda sin descanso
acá en el
Paranapura
yo lavo mis
botas y mi pelo
para seguir
luchando.
Mary Soto (Lima, 1959): Poeta, periodista y docente. Ha publicado Limpios de tiempo y Ayataki de mi quebranto. Perteneció al movimiento Kloaka. Es crítica teatral.
fuiste una aldea llena de rocío
un poco de agua fresca iluminando las meses solitarias del mendigo
una tarde navegando en los recodos milagrosos de los ríos
tu madre te recuerda cuando jugabas con tus amigos en el campo
y con las ardillas y mariposas en el cielo
pero sobre todo cuando sembrabas girasoles en la sonrisa tierna de
(los niños
jamás pensaste en grabar tu nombre en las campanas del colegio
ni tu corazón en el pozo sombrío del olvido
sin embargo / una noche
mientras los geranios se inclinaban como perdices en la lluvia
después de haber reconocido la esperanza de los tiempos
los soldados te enterraron en las huellas más lejanas del camino
a pesar de ello y de la tristeza que nos dejaste desprendida
igual a un libro deshojado
llegas con tu voz de hierba hasta las pisadas más tibias de los zorros
señalándonos que las nubes se oscurecen en los muros
si la vida no es iluminada por los gorriones infinitos del domingo.
Juan Cristóbal (Lima, 1941): Premio Nacional de poesía en 1971. Ha publicado: El osario de los inocentes, Estación de los Desamparados, Horas de lucha, Celebraciones de un cazador, Asaltos, Vivir es duro, etc.
1965
A Luis de
La Puente Uceda
¿Moriré con el culo roto,
siempre
triste puta del sistema?
Lejos quedan los héroes
Alimento de hormigas
Mirando de frente al sol
en
extraña serranía
De frente
a
las balas
al
sudor
al
trabajo
en
pos…
de aquel “lugadeal”
donde corren, descalzos, los sueños.
No me alcanza un escuadrón de aves
Bombardeando la ciudad
con
sus cantos
Para tapara la ignominia
de generaciones enteras que desfilan
en
la vitrina
de un shopping
que compran, adquieren
suponen…
la libertad que nunca
tendremos
de regalo.
Sólo a fuerza de matarnos
a nosotros mismos
obtendremos
un agua de hechura
renacida/
negra por el fuego
por la rabia
saltando vivaz
hacia
un destino ya signado
Frente al sol…
tus
huesos resplandecen.
Francisco León (Lima, 1975): Escritor, poeta, editor.
Tiene 12 libros publicados entre poesía, historia, novela y ensayo.
i.m. Gonzalo Fernández Gasco
1965
i.m. Gonzalo Fernández Gasco
Elio Gonzalo Guillermo Luis
nombres legendarios como la escarcha de
la puna
como la estrella del amanecer
surgen cual relámpago vibrante
en medio del canto atronador del
jilguero
yo los escucho desde el alborear
de las primeras sílabas
cuando mi trajinar sin rumbo
era solo un vago sueño para farolas y
frontispicios
qué apu inmemorial guarda ahora
vuestras mochilas raídas
qué ave rapaz picotea vuestra osamenta
donde crece
el musgo y el ichu encaramado
era preciso levantarse a favor del
trigo y el arroyo
y sosegar al ciervo
dulcemente
saludo vuestro heroísmo y altivez
contra el amo brutal
desde esta época infame
plagada de inmundicia
donde todo está perdido
menos un gesto rebelde y viril
que hizo germinar la esperanza.
Márlet Ríos (Talara, 1976): Poeta, ensayista y
traductor. Miembro de Amnistía Internacional.
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