EL MIEDO Y EL VIRUS EN
PERÚ
No hace falta conocer el peligro para tener
miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.
Alejandro Dumas
El miedo manejado es la peor de las pandemias. La
sobreinformación, las idas y vueltas sobre la forma de contagio o las posibles
curas sobre el virus son utilizadas por los gobiernos a su antojo, y más aún en
un país como el nuestro donde la corrupción está generalizada desde el
presidente hasta el que tiene un pequeño negocio, con un Poder Judicial manejado
por mafias, un sistema de salud que ya estaba colapsado desde antes del virus y
unas fuerzas armadas y policiales con altos mandos prestos a poner sus garras
sobre cualquier oportunidad.
Pero aquí, lo que me ha sorprendido realmente es ver a
demócratas pidiendo “mano dura”, a gran porcentaje de la población emocionada
con los discursos “paternales” del presidente, la falta de empatía para con los
necesitados, los que viven del día a día y los que han perdido su trabajo por
no tener la “suerte” de un oficio “acorde con los tiempos” o no poder adaptarse
al trabajo online.
Los que creemos en la democracia vemos con terrible desagrado
las imposiciones que recortan o delimitan las libertades individuales, pero
esto lo avala el Miedo, miedo al contagio, miedo a la muerte; palabras como
“infectados”, “pandemia” y el constante conteo de muertos y contagiados han sacado no lo mejor, sino lo peor de mucha gente. Mi padre, que vivió de niño la
Segunda Guerra Mundial, me dijo que una de las peores cosas que pasó en Italia
fue una campaña de los gobiernos de Alemania e Italia en conjunto, que pedía a
la población que denunciase si existía algún judío o traidor a la patria y
donde cualquiera acusaba a su vecino o incluso familiar ante las autoridades (pogroms).
Ahora veo con indignación a gente que acusa que su vecino sacó el perro, que
afuera van de a dos al mercado, que tal conocido está corriendo en el parque,
etc.
Y los mayores, se ha dicho tanto de ellos, que muchos se
están muriendo o deteriorando por depresión, “si salen se van a infectar”, “hay
que cuidarlos”, “población de riesgo”, etc. Me apenan mucho las miradas que
tienen, la falta de humanidad de sus familiares, todo por “cuidarlos”.
El Miedo hace daño, mucho más daño que el mismo virus, baja
la inmunidad, los anticuerpos se debilitan, crea paranoia, obsesiones, etc. En
muchos casos inclusive enferma a la persona. ¿Cuántas enfermedades son
provocadas por sugestión? ¿cuántas personas que no han tenido el virus tienen
todos los síntomas? De eso no hay cifras.
El miedo no cree en otras opiniones, en otra visión que no
sea la de la paranoia oficial y a cualquier persona que “atente” contra su
visión de “seguridad” será tildado de “irresponsable”, “opinólogo”,
“conspiranoico” y hasta traidor a la patria. Por eso se ven muchos casos de
insultos a las personas que difieren de la versión oficial de los hechos.
Espero que este miedo no deje estragos a largo plazo, pero
temo que tendremos (además de la crisis económica) varios años de estudios y
terapias sobre las secuelas psicológicas que esta gran campaña sicosocial ha
creado.
Giuseppe Risica
MIEDO Y PANDEMÓNIUM
SOCIAL EN TIEMPOS DE CRISIS
La fotografía de arriba fue tomada en julio de 1944 por el
legendario fotógrafo Robert Capa. Era Chartres, donde una mujer francesa, con su
hijo en los brazos, fue detenida por la policía. El delito: haber sostenido relaciones
sexuales con un soldado alemán, producto de las cuales nació el niño. Era
rodeada por una multitud que hacía escarnio de ella y la amenazaba sin tregua. Había
sido rapada y humillada previamente. Terror, ansiedad, euforia, psicosis
colectiva, irracionalidad, falta de empatía, crueldad, etc. se confunden como
letanías en una foto icónica. La liberación de París se produciría poco
después.
El miedo es un instinto básico que puede salvarnos la vida,
pero también puede convertirnos en verdaderos monstruos inmisericordes. Este
miedo puede ser (y es) aprovechado por los gobiernos de turno muy eficazmente.
Durante periodos históricos concretos se ha dado este proceso de internalización
y hábil manipulación política. El caso de la Alemania de los 30 y 40 es bien conocido,
aunque no es el único. Como dice Chomsky: “Son muchas las causas de los
acontecimientos históricos complejos. Un factor crucial en este caso fue la hábil manipulación del miedo. La ‘gente
común’ fue arrastrada al miedo de una conspiración mundial judío-bolchevique
que pondría en riesgo la mismísima supervivencia del pueblo alemán. Eran necesarias
medidas extremas, en ‘defensa propia’. Venerables intelectuales fueron aún más
lejos”[1].
Hoy en día, al parecer la historia se repite en algún sentido.
El Gobierno peruano tiene carta libre, debido a su legitimidad producto de una
gran popularidad (más del 70 %, según las encuestas de opinión). Es decir,
miles han perdido sus trabajos, otros tantos han quedado endeudados, muchas
empresas y negocios particulares han quebrado, los hospitales y el sector de
salud son calamitosos (desde mucho antes de la pandemia), hay recesión, etc.;
pero, la “estrategia” del Gobierno está siendo respaldada tácitamente por
muchos ciudadanos. El estado de emergencia y el recorte de libertades
individuales son aplaudidos por muchos que piden, a su vez, más “mano dura” y
violencia. ¿Es increíble que pase esto en un país que fue asolado durante más
de 20 años por un proceso de violencia política muy fuerte? ¿Hay una matriz
autoritaria inherente históricamente a la sociedad peruana que no se puede
negar? ¿Por qué en épocas de crisis y angustia generalizada nos cuesta tanto
ser empáticos, solidarios y racionales? Al parecer el miedo y la manipulación
política van de la mano como el alcohol y el jabón en épocas de pandemia.
Márlet Ríos
[1]
Véase: CHOMSKY, N. “Recurrir al miedo”. Recuperado el 27 de mayo de 2020 de https://malsalvaje.com/2019/12/16/recurrir-al-miedo-un-texto-de-noam-chomsky/
Mujer judía acosada por la multitud en el pogrom (Ucrania) Disponible en Wikipedia |