martes, 13 de mayo de 2025

Castillo, ¿el presidente del pueblo?

 

PEDRO DEL PUEBLO, EL CONGRESO DE NADIE Y LA RULETA RUSA ELECTORAL

 

En redes sociales y otros espacios es común escuchar la frase “Pedro Castillo es el presidente del pueblo” y que habría sido víctima de un complot para sacarlo del poder. Dejemos de lado las teorías de conspiración y las retóricas plañideras de la izquierda peruana, y enfoquémonos en la supuesta popularidad de Pedro Castillo. ¿Fue realmente un personaje muy popular?

 

Según datos oficiales de la ONPE, en la primera vuelta de 2021 Castillo obtuvo poco más del 15 % de los votos emitidos, cifra inferior al 18,71 % que representaron los votos nulos y en blanco. Si tomamos en cuenta solo los votos válidos, evidentemente su proporción aumenta, pero no significativamente: alcanzó apenas el 18,92%. Ese porcentaje le permitió pasar a la segunda vuelta frente a Keiko Fujimori, quien obtuvo un todavía más bajo 13,41 %. La imagen de Castillo como un líder de masas es, pues, falsa. Lo que en realidad reflejan estas cifras es que, gracias al pésimo diseño del sistema electoral peruano, candidatos con escaso respaldo y gran nivel de rechazo pueden llegar a la segunda vuelta.

 

Esta perversión del sistema es aún más grave en las elecciones parlamentarias. Perú Libre y Fuerza Popular obtuvieron apenas el 9,73 % y 8,23 % de los votos emitidos, respectivamente, pero esos porcentajes les bastaron para convertirse en las principales fuerzas del Congreso, con 37 y 24 escaños. Si consideramos que un 12,95 % de los votos emitidos fue para partidos que no pasaron la valla electoral y que los votos inválidos alcanzaron el 18,71 %, resulta evidente la escasa representación de los partidos que dominan el Parlamento. Y son precisamente estos grupos los que más han contribuido a destruir lo poco que quedaba de institucionalidad democrática en el país.

 

¿Cuáles son las causas de esta desgracia? Una de las principales es la proliferación de partidos políticos: agrupaciones sin ideología clara ni visión de país, que no son más que cascarones electorales en busca de una cuota de poder, como quien compra un boleto de lotería o un cartón de bingo. Lamentablemente, todo indica que el escenario será aún peor en 2026. En 2021 participaron 23 partidos; en 2026 serán 43. La dispersión del voto en agrupaciones sin opción real de superar la valla será mucho mayor. Esto implicará que, para lograr una mayoría congresal, bastará con una proporción aún menor de votos. Una vez más, los peruanos podrían ser gobernados por partidos con bajísima representación y nula legitimidad.

 

Otra posibilidad que parece inevitable es que Keiko Fujimori –representante de una de las opciones más corruptas y autoritarias de la política peruana– vuelva a disputar una segunda vuelta. Y, como ya se ha visto, quien se enfrente a ella podría llegar con menos del 15 % de los votos emitidos. Como está claro que Keiko jamás ganará una elección presidencial, el próximo presidente podría ser cualquier improvisado, tan inepto como el propio Pedro Castillo. Jugaremos nuevamente a la ruleta rusa y las probabilidades de que salga otra bala serán aún mayores.

 

La única esperanza que nos queda es que algún partido mínimamente decente   –pedir buenos planes de gobierno ya sería un lujo– o, mejor aún, la consolidación de un frente democrático con alianzas programáticas, logre aglutinar el voto ciudadano y ganar de forma contundente. Ojalá que así sea, pero hasta el momento no existe evidencia que nos permita ser optimistas.

 

 

Roberto Valencia

 

 

 




No hay comentarios:

Publicar un comentario