jueves, 4 de abril de 2024

SEMBLANZA DE UN ANARCOSINDICALISTA PERUANO

 

UNA VIDA DE COMBATE. SEMBLANZA DE MIGUEL TAURO

 

“Vivir significa luchar”, dijeron los estoicos hacia el siglo III a. C. Si este enunciado es acertado, entonces la vida de Miguel Tauro de Lama (1938-2024) ha representado una constante y decidida lucha contra la injusticia y la intolerancia de todo tipo. Su vasta trayectoria de militante y activista se empieza a forjar en los aurorales años de la educación secundaria en la celebérrima Gran Unidad Escolar Alfonso Ugarte; en los claustros universitarios de la Universidad Mayor de San Marcos, se cimentará, en compañía de entrañables amigos y camaradas. Fue en 1955, a los diecisiete años, cuando Tauro se vincula por primera vez con una célula comunista. Debido a su compromiso y liderazgo innato, fue elegido secretario general de la Juventud Comunista en 1960 (antes de la escisión del Partido Comunista Peruano en una rama maoísta y en otra moscovita). Gran organizador de sindicatos, desde esos años cuando se produce una apertura democrática (gobierno de Manuel Prado Ugarteche) y saltan a la palestra diversos actores políticos y sociales que tendrían un gran protagonismo durante la década siguiente (Acción Popular, APRA Rebelde, Partido Demócrata Cristiano, movimientos campesinos, etc.).

Con el objetivo de apoyar a los grupos guerrilleros foquistas, surgidos en 1962, militantes del Partido Comunista formaron las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional. El compañero Tauro fue designado como secretario general.

Los incidentes ocurridos el 11 de enero de 1963, que desembocan en la muerte del cabo Juan Ingunza, tuvieron una grave repercusión en la vida de Tauro. Estos hechos representan una auténtica “vuelca de tuerca” dramática. Tauro, quien disparó mortalmente contra el policía en un acto de defensa propia (según su propia confesión), fue condenado a 25 años de prisión, pero apela y el Consejo Supremo de Justicia Militar le rebaja la pena a 15 años, pues considera que no hubo premeditación, ventaja ni alevosía. De la noche a la mañana, es conminado violentamente a padecer el infierno de la cárcel en el Perú. En su estancia en la prisión, convivió con presos políticos de diversas organizaciones políticas de izquierda y con presos comunes, asimismo padeció el olvido de su organización y de una sistemática campaña de desprestigio de sus enemigos y de la prensa oficial. En esos días de gran crudeza, recibió el apoyo moral de militantes trotskistas (así lo señaló en su libro Confieso que he luchado, autoeditado en agosto de 2018).

El Instituto de Estudios e Investigación de Cooperativas y Comunidades (Indeicoc) fue un centro de inspiración socialista libertaria que se fundó antes del golpe militar de 1968 y operó hasta la primera mitad de los 70. Luego de ser amnistiado, Tauro frecuenta el Indeicoc y llega a impartir unas conferencias sobre temas sindicales. En 1978, fundó, con otros activistas, la Confederación Intersectorial de Trabajadores Estatales (CITE). En la primera Convención Nacional de la Cite ese año, logra que, en sus estatutos, la organización sindical mantenga su independencia frente a los patrones, el Estado y los partidos políticos. Fue el primer secretario general de esta central sindical. A raíz de su decidida actividad organizativa, el gobierno dictatorial de Morales-Bermúdez emitió una orden de captura contra él. Junto con su esposa e hijo, tuvo que salir del país con dirección al Viejo Continente.

 

En Francia, se produce paulatinamente el “viraje ideológico” y Tauro se vincula con grupos anarcocomunistas como la Unión de Trabajadores Comunistas Libertarios (UTCL), fundada por el historiador marxista libertario Daniel Guerin en 1979. Después de la muerte de Guerin, en 1988, Tauro se apartó de la UTCL desencantado porque esta organización decidió votar por la reelección de François Mitterrand en 1988. Estuvo algunos años sin militar hasta que en 1998 se incorpora a la CNT francesa, de tendencia anarcosindicalista.

 

Tauro decide regresar a Perú hacia 2005 y, lejos de gozar de un merecido retiro y descanso en sus “cuarteles de invierno” (ya contaba con la ciudadanía francesa), logra vincularse con algunas células libertarias que empezaban a proliferar en Lima. Yo lo conocí en el 2006, pero es en mayo de 2008 cuando fuimos parte de la misma célula libertaria. Nos reuníamos en el local de la centenaria Federación de Obreros Panaderos Estrella del Perú, en los Barrios Altos. Editamos regularmente un periódico de escaso tiraje para difundir las ideas libertarias y para intentar incidir, de alguna forma, en el movimiento sindical, notablemente dividido y con preponderancia de la CGTP comunista. Humanidad también fue vocero y dio testimonio de la labor del gremio de panaderos y de sus esfuerzos para subsistir. En el local gremial el grupo Humanidad organizó la conmemoración de los 100 años de la publicación de Horas de lucha, del insigne escritor anarquista Manuel González Prada.

 

La historia de vida de un militante y activista peruano, nacido en 1938, miembro del Partido Comunista en los 60, organizador de sindicatos, preso político durante ocho años en El Sexto y El Frontón y sindicalista durante toda su vida; reviste gran interés para todos los estudiosos de los procesos históricos y sociales en los que se subsumen las grandes luchas sociales contemporáneas, sobre todo cuando estas se desarrollan con autonomía, al margen del sacrosanto comité central y de la burocracia sindical. La lucha contra la “comisariocracia” (tal como lo denunció en su tiempo Rudolf Rocker) no ha cesado, aunque el Muro de Berlín ya no existe y el socialismo realmente existente hoy es una antigualla. Además, la lucha contra la intolerancia sexual está a la orden del día. Para Tauro, definitivamente se trató de una pelea constante y que sintió muy cercana. Parte de las llamadas minorías sexuales desde su juventud, él no imaginaba una sociedad libre y sin Estado, que sea intolerante con los miembros del llamado colectivo Lesbianas, Gais, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales (LGTBI). Durante los últimos años de su vida, el compañero Tauro disfrutó plenamente su sexualidad. Nunca dejó de considerarse libertario, internacionalista y convencido de que el anarquismo era el proyecto político y cultural más idóneo para la realización de las aspiraciones y las tendencias de los individuos conscientes y solidarios. Debido a su disposición para la polémica y algunos rasgos impulsivos de su personalidad, se hizo de algunos enemigos furibundos. No obstante, intuyo que incluso ellos, con el tiempo, reconocerán su talante combativo, tenaz e irreductible. Digno de los viejos y legendarios sindicalistas de épocas lejanas.

 

 Márlet Ríos




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