FANTASMAS DEL PASADO. SOBRE MACARTISMO Y MANIQUEÍSMO POLÍTICO
Al parecer el macartismo y las
infames épocas de la red scare están
de vuelta por todo lo alto. Aunque valgan verdades, en los gobiernos de
Fujimori (1990-2000) y García (2006-2011), alabados por muchos, a pesar de las
pruebas patentes de peculado y corrupción dantesca (ya lo sabemos: “roba, pero
hace obras”), siempre estuvo presente el macartismo y la paranoia anticomunista
(usada como táctica de control político). Los demócratas rozagantes, defensores de la tradición autoritaria y del
clientelismo, siguen esgrimiendo el más feroz
anticomunismo y el macartismo. En EE. UU. recordemos que el macartismo llegó
hasta Hollywood y la lista negra de “agentes soviéticos” infiltrados se
extendió e incluyó a varios actores y directores de cine (los Diez de
Hollywood).
Maniqueísmo
posmoderno
El conocimiento de la historia
del Perú, para los Fujimori lovers y otros especímenes de derecha (aunque no
todos, ciertamente), se reduce a ver la historia oficial del Perú como si fuera
un cómic de la Marvel. Se trata de la lucha del Bien contra el Mal con
comunistas locos que, por doquier, siempre agitan las aguas. Muy limitado, por
otra parte. Se trata, por consiguiente, de una visión maniqueísta y unilateral,
cuando no sectaria de la realidad peruana. El legalismo es defendido a
rajatabla, a costa de la razón y la dignidad. Si todo el mundo pensara como
ellos, todavía seguiría existiendo la esclavitud y el apartheid, las mujeres no pudiesen divorciarse y los campesinos
peruanos seguirían siendo bestias de carga.
Como dice Murray Rothbard en Por una nueva libertad: “Siempre se ha
considerado que el gobierno, sus dirigentes y operadores están por encima de la
ley moral general. (…) El servicio al Estado excusa todas aquellas acciones que
serían consideradas inmorales o criminales si fueran cometidas por ciudadanos
‘privados’”.
Es decir, por razones de
Estado, los defensores del statu quo
consentirían o justificarían todo: desde un bombardeo con napalm a una aldea sospechosa
de insurrecta (como de verdad ocurrió hacia 1965 durante el demócrata gobierno
de Belaunde[1]) o
una brutal paliza a un vendedor ambulante por policías municipales (como ocurre
casi cotidianamente). El culto del Estado es una religión que ya lleva mucho
tiempo. Como dice Samuel Edward Konkin III en New Libertarian Manifesto:
Such an institution of coercion,
centralizing immorality, directing theft and murder, and co-ordinating
oppression on a scale inconceivable by random criminality exists. It is the Mob
of mobs, Gang of gangs, Conspiracy of conspiracies. It has murdered more people in a few recent years than all the deaths
in history before that time; it has stolen in a few recent years more than
all the wealth produced in history to that time; it has deluded - for its
survival - more minds in a few recent years than all the irrationality of
history to that time. Our Enemy, The State.
Populismo y mercantilismo cotidianos
Y no se trata de defender a una
izquierda mercantilista y con claro perfil autoritario, cuyo único mérito en
los últimos 30 años ha sido el ser furgón de cola de gobiernos populistas y
corruptos hasta el hartazgo. No es mi
intención defender a una izquierda peruana contradictoria y hoy más que nunca
extraviada en su laberinto (sin olvidar que hay varias “izquierdas”, por
supuesto). Se trata de no perder la perspectiva histórica y la capacidad de
analizar críticamente la sociedad peruana sin maniqueísmos de ningún tipo.
El cuco del “terrorismo insano”
fue blandido eficazmente por Fujimori y sus seguidores, así como por los
apristas, los fanáticos evangélicos, los católicos ultramontanos, los militares
patrioteros (para quienes Velasco Alvarado es el “anticristo”), etc. Muchos de
ellos tienen las manos manchadas de sangre y envenenadas por el virus del
peculado. Hoy, en plena crisis agobiante, se necesita más que nunca el ingente
botín que se alzaron sin ningún escrúpulo y siendo menos patriotas que un
comunista ateo.
Márlet Ríos
[1] “(…) a comienzos de 1964 los indígenas Mayoruna (Matsés) repelieron una invasión de madereros que entraron a su territorio abriendo una trocha entre Requena y la frontera brasileña, con el propósito de explotar madera ilegalmente. En esa ocasión murieron dos trocheros a manos de los Mayoruna. Las quejas fueron elevadas hasta el Presidente Belaúnde quien ordenó a la Fuerza Aérea bombardear las aldeas de donde se supone partió el ataque y que se concentraban cerca del río Yaquerana”. DOUROJEANNI, Marc. “Belaunde en la Amazonía”. Recuperado el 23/06/20 de http://www.caaap.org.pe/website/2017/06/12/belaunde-en-la-amazonia-por-marc-j-dourojeanni/