martes, 23 de junio de 2020

SOBRE MACARTISMO Y MANIQUEÍSMO POLÍTICO


FANTASMAS DEL PASADO. SOBRE MACARTISMO Y MANIQUEÍSMO POLÍTICO


Al parecer el macartismo y las infames épocas de la red scare están de vuelta por todo lo alto. Aunque valgan verdades, en los gobiernos de Fujimori (1990-2000) y García (2006-2011), alabados por muchos, a pesar de las pruebas patentes de peculado y corrupción dantesca (ya lo sabemos: “roba, pero hace obras”), siempre estuvo presente el macartismo y la paranoia anticomunista (usada como táctica de control político). Los demócratas rozagantes, defensores de la tradición autoritaria y del clientelismo, siguen esgrimiendo el más feroz anticomunismo y el macartismo. En EE. UU. recordemos que el macartismo llegó hasta Hollywood y la lista negra de “agentes soviéticos” infiltrados se extendió e incluyó a varios actores y directores de cine (los Diez de Hollywood).

Maniqueísmo posmoderno

El conocimiento de la historia del Perú, para los Fujimori lovers y otros especímenes de derecha (aunque no todos, ciertamente), se reduce a ver la historia oficial del Perú como si fuera un cómic de la Marvel. Se trata de la lucha del Bien contra el Mal con comunistas locos que, por doquier, siempre agitan las aguas. Muy limitado, por otra parte. Se trata, por consiguiente, de una visión maniqueísta y unilateral, cuando no sectaria de la realidad peruana. El legalismo es defendido a rajatabla, a costa de la razón y la dignidad. Si todo el mundo pensara como ellos, todavía seguiría existiendo la esclavitud y el apartheid, las mujeres no pudiesen divorciarse y los campesinos peruanos seguirían siendo bestias de carga.

Como dice Murray Rothbard en Por una nueva libertad: “Siempre se ha considerado que el gobierno, sus dirigentes y operadores están por encima de la ley moral general. (…) El servicio al Estado excusa todas aquellas acciones que serían consideradas inmorales o criminales si fueran cometidas por ciudadanos ‘privados’”.

Es decir, por razones de Estado, los defensores del statu quo consentirían o justificarían todo: desde un bombardeo con napalm a una aldea sospechosa de insurrecta (como de verdad ocurrió hacia 1965 durante el demócrata gobierno de Belaunde[1]) o una brutal paliza a un vendedor ambulante por policías municipales (como ocurre casi cotidianamente). El culto del Estado es una religión que ya lleva mucho tiempo. Como dice Samuel Edward Konkin III en New Libertarian Manifesto:

Such an institution of coercion, centralizing immorality, directing theft and murder, and co-ordinating oppression on a scale inconceivable by random criminality exists. It is the Mob of mobs, Gang of gangs, Conspiracy of conspiracies. It has murdered more people in a few recent years than all the deaths in history before that time; it has stolen in a few recent years more than all the wealth produced in history to that time; it has deluded - for its survival - more minds in a few recent years than all the irrationality of history to that time. Our Enemy, The State.



Populismo y mercantilismo cotidianos

Y no se trata de defender a una izquierda mercantilista y con claro perfil autoritario, cuyo único mérito en los últimos 30 años ha sido el ser furgón de cola de gobiernos populistas y corruptos hasta el hartazgo. No es mi intención defender a una izquierda peruana contradictoria y hoy más que nunca extraviada en su laberinto (sin olvidar que hay varias “izquierdas”, por supuesto). Se trata de no perder la perspectiva histórica y la capacidad de analizar críticamente la sociedad peruana sin maniqueísmos de ningún tipo.

El cuco del “terrorismo insano” fue blandido eficazmente por Fujimori y sus seguidores, así como por los apristas, los fanáticos evangélicos, los católicos ultramontanos, los militares patrioteros (para quienes Velasco Alvarado es el “anticristo”), etc. Muchos de ellos tienen las manos manchadas de sangre y envenenadas por el virus del peculado. Hoy, en plena crisis agobiante, se necesita más que nunca el ingente botín que se alzaron sin ningún escrúpulo y siendo menos patriotas que un comunista ateo.

Márlet Ríos




[1] “(…) a comienzos de 1964 los indígenas Mayoruna (Matsés) repelieron una invasión de madereros que entraron a su territorio abriendo una trocha entre Requena y la frontera brasileña, con el propósito de explotar madera ilegalmente. En esa ocasión murieron dos trocheros a manos de los Mayoruna. Las quejas fueron elevadas hasta el Presidente Belaúnde quien ordenó a la Fuerza Aérea bombardear las aldeas de donde se supone partió el ataque y que se concentraban cerca del río Yaquerana”. DOUROJEANNI, Marc. “Belaunde en la Amazonía”. Recuperado el 23/06/20 de http://www.caaap.org.pe/website/2017/06/12/belaunde-en-la-amazonia-por-marc-j-dourojeanni/


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